Stalin, la Unión Soviética, y el Pacto Germano-Soviético de 1939 (y V): Guerra por Dantzig
Como hemos visto, la emoción del Parlamento y la opinión pública británica por el desmembramiento de Checo-Eslovaquia condujo a una imprudente declaración de Chamberlain comprometiendo a su país (y a Francia) a intervenir en auxilio de Polonia a petición de los polacos.
Esto era tanto más peligroso, cuanto que Polonia había desarrollado una política exterior agresiva contra sus vecinos desde 1919, y que en muchos de sus contenciosos con los vecinos los polacos no tenían razón.
En el tema que nos ocupa, si en el Corredor Polaco sus habitantes eran mayoritariamente polacos,1 Dantzig era una ciudad alemana en un 90 %. La principal razón de crear la Ciudad Libre de Dantzig fue dar salida a Polonia al Mar Báltico; y, en 1939, Gdynia ya cumplía esa función satisfactoriamente.
Las ofertas de Alemania (sinceras, o no) pasaban por incorporar Dantzig a Alemania, más la construcción de un ferrocarril y una carretera a través del Corredor Polaco, y una alianza contra la URSS.2
Las ofertas de la URSS (sinceras, o no) incluían una alianza con Reino Unido y Francia para intervenir ante un ataque de la Alemania de Hitler (aunque Stalin odiase a Polonia, seguía teniendo más miedo a los alemanes) y un pacto de No Agresión ruso-polaco.
Desde el 26 de Marzo de 1939 hasta Agosto Hitler no hizo reivindicaciones sobre Dantzig. Sin duda creía que, como en el caso de Austria y Checoslovaquia, los británicos, franceses, y sus aliados occidentales presionarían a los polacos para que Hitler aceptara un acuerdo favorable a los intereses alemanes,3 sin necesidad de otra cosa que faroles.
El problema es que los polacos eran orgullosos; sus conquistas de posguerra contra países débiles en ese momento (Rusia, Alemania, Lituania, Eslovaquia) les habían hecho creer ser una Gran Potencia, lo que era irreal. En 1939 su oxidado ejército y su estructura social decimonónica no eran rivales para la Alemania resurgida, y pronto no lo hubieran sido para la URSS renacida tras las purgas.
Pero Polonia no estaba dispuesta a renunciar a su “independencia”, ni a firmar un tratado que se pudiese tomar como alianza con Alemania o la URSS.
Los británicos continuaron sumando errores. Asumieron –falsamente- que la enemistad entre la URSS y el III Reich era tan profunda que podían permitirse cortejar a Polonia -incluso a Alemania- descuidando a los rusos. Incluso aconsejaron a Francia que, en caso de una expansión alemana o polaca hacia Ucrania no intervinieran, pero que no renunciaran al pacto franco soviético.4
A partir de Marzo de 1939, los gobiernos francés, británico y de la URSS iniciaron contactos preliminares con vistas a un acuerdo político-militar. Sin embargo, mientras Francia tenía interés en llegar a un acuerdo militar, los británicos parecían creer en una alianza que no les comprometiera a nada, y en poder abrir la intervención soviética “como un grifo” a conveniencia del Reino Unido.5
Como la política exterior francesa estaba supeditada completamente a la inglesa las negociaciones se hicieron al estilo inglés. Se enviaron a la URSS negociadores de segunda fila –sobre todo en los aspectos militares- sin poder de decisión, que pedían plazos una y otra vez para consultas con sus superiores. Las fechas de las propuestas y contrapropuestas hablan claro: los soviéticos contestaban entre uno y cinco días después, los anglofranceses tras dos o tres semanas.
Los británicos –y menos los franceses- no deseaban la guerra. Preferían especular con que, debido a la potencia militar que imaginaban –erróneamente- en Polonia, y a las negociaciones –más o menos de atrezzo- que seguían con la URSS, Hitler no diera un paso más allá.
No es raro que Stalin perdiese la paciencia. Probablemente (suspicaz como era) llegó a creer en serio que los aliados occidentales le estaban haciendo perder el tiempo, esperando una guerra entre Hitler y él que acabase con la destrucción de ambos países. Una cosa parecida a las derrotas de Rusia y Alemania en 1918; a las que, por cierto, debía Polonia su existencia.
Litvinov fue destituido y sustituido por Molotov el 3 de Mayo de 1939. Las conversaciones siguieron por algún tiempo más, hasta que, el 21 de Agosto, el Comisario (Ministro) de Defensa de la URSS Voroshilov propuso suspender las negociaciones hasta que se definiese si las negociaciones desembocarían en una Alianza Militar, o sólo se pretendía que la URSS sirviese como una especie de válvula de seguridad para frenar a Hitler, sin comprometer para nada al resto de países en la defensa de la URSS.6
Mientras tanto, el 14 de Agosto, Von Ribbentrop mandó un telegrama a su Embajador en Moscú, Schülenberg, indicándole que sondeara la posibilidad de establecer un pacto entre ambas potencias.
El Pacto URSS-Alemania estaba al borde de realizarse... Pero los anglofranceses no fueron los menos culpables. Ni mucho menos.7