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El mercado de la fruta del reino de Gebröcthenmich

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Érase una vez un pequeño reino, con su rey en el trono, con su corte, y con su pueblo, con sus buenas costumbres y con unas normas dictadas por una sociedad bienpensante, devota, y temerosa de Dios.
Gebröcthenmich tenía una economía bastante peculiar, dado que vivía fundamentalmente del comercio de la fruta, y en especial, de su mercado.

En el mercado de la ciudad de Gebröcthenmich, que daba nombre al reino, donde se podía encontrar de todo y en cualquier época del año: desde guayabas, hasta mangos, pasando por fresas y naranjas. Incluso las frutas más exóticas podían encontrarse en el mercado. Un mercado que llegó a ser famoso, sí, por su riqueza y abundancia.

Pero un buen día, al rey Gottfried, fundador del mercado, se le ocurrió que había que mejorar el funcionamiento del mercado, y para ello, ideó un método en el que comerciantes y consumidores premiase a los puestos en el mercado, o les penalizase para que mejorasen su variedad y calidad del producto, impidiendoles vender requisando el producto. Se creó la guardia real, pero como era un reino pequeño, al no poder pagar un ejército profesional, se reclutó entre los propios comerciantes, que no tenían incompatibilidad entre vender su producto y ser así mismo garantes de la calidad.

El rey Gottfried olvidó que, una de los problemas del conflicto de intereses, era que en la práctica, para mantener su estatus y para eliminar la competencia, los comerciantes que pasaron a ser parte de la guardia real se dedicaron a perseguir a los que no eran de la guardia acusandoles de traer un mal producto, o que no tenían suficiente variedad en el puesto, o peor, que estaban copiando la disposición de la mercancía a otros buenos comerciantes, y requisaban sin piedad la fruta para mandarla a alimentar a los gorrinos de las pocilgas reales.

En poco tiempo el mercado empezó a decaer en tamaño debido a que pocos se atrevían a llevar su producto, y el rey Gottfried comprobó que lejos de aumentar la variedad, esta había disminuído, mientras que la calidad iba disminuyendo, mientras que los ingresos por pernoctaciones y comercio indirecto en la ciudad estaba menguando. En ese momento, el rey Gottfried, decidió que era el momento de abdicar en su hijo el príncipe Dietfried, y la última vez que lo vieron fue a lomos de un caballo rampante, para justo partir al galope hacia los astilleros de Celebrimbor en los puertos grises. Allí, cuentan, fue a recoger y zarpar en su nuevo yate, en madera de Mallorn, para navegar hacia Valinor, donde pasaría el resto de sus días disfrutando de su fortuna.

Dietfried fue coronado días después de la espantada del rey Gottfried. Como nuevo rey de Gebröcthenmich, Dietfried se rodeó de los asesores y guardia real nombrada por su fugado padre y básicamente hizo... lo mismo. un 100% de nada: si algo va bien, no lo toques. Pero no, no. Las cosas no iban bien, el viejo Gottfried sabía bien lo que se hacía cuando se largó en su yate. Los capitanes de la guardia real, también comerciantes, estaban dedicados a una caza de brujas entre los comerciantes del mercado, esta vez, acusando a los comerciantes no alineados de que las frutas que traían atentaban contra la moral y el buen gusto de los habitantes de Gebröcthenmich. Sí, la gente seguía viniendo de los reinos vecinos a comprar, pero el consenso general (no oficial) es que el mercado ya no era lo que fue. Las medidas que tomó Dietfried fueron, a petición de la guardia real, implementar leyes aún más severas para con los comerciantes, con el sano objetivo de que el orden y el buen gusto prevaleciesen ante la indecente, inapropiada, y decandente mercancía que algunos comerciantes indeseables aportaban al siempre glorioso mercado de Gebröcthenmich.

Pero Dietfried, al igual que su padre, no duró mucho. Sin hijos, abdicó en su sobrino Immanuel, rey del reino de Shutdown, tras lo que partió raudo y veloz en su patinete eléctrico, sin más protección que sus gafas de sol. Immanuel, entonces, fue coronado rey en loor de miles ¿qué digo miles? ¡centenas! ¡decenas de comerciantes! que lo aclamaban.

Como Immanuel sabía bien de que iba el negocio, pues estaba formado en la Shutdown School of Economics, era consciente que sin una buena estrategia de mercado, posicionar de nuevo a Gebröcthenmich como un sitio de referencia requería ciertos cambios. Y lo primero que hizo fue: cobrar un canon a los comerciantes que quisieran entrar en el consejo real del mercado y destituir a los capitanes de la guardia real, delegando este rol en mercenarios del reino de Shutdown.

Como Dietfried dejó sólo telarañas en el cofre del tesoro de Gebröcthenmich, lo primero que hizo fue Immanuel fue disponer heraldos y juglares en púntos estratégicos del mercado, a cambio de una suma monetaria, recitando versos con servicios de las cofradías de damas con letra escarlata, judíos especializados en préstamos con usura para fruteros en apuros, esoterismo y alquimia, y servicios de los discretos miembros de la orden de los Hashashin para dirimir rencillas diplomáticamente.

Todo esto causó un revuelo enorme entre la muy luterana y devota población de Gebröcthenmich, por considerar inapropiada la fuente de financiación del reino, instando al nuevo rey Immanuel a buscar algo más acorde con las virtudes de las gentes del lugar, pero que sufragase igualmente los gastos: es decir, centrarse en devolver al mercado a su grandeza, restaurando el orden establecido desde los buenos viejos tiempos del rey Gottfried.

Lo que, en consecuencia, y al contrario que Ulises, le llevo a olvidarse de que debía atarse al palo mayor y taparse los oídos con cera para evitar sucumbir al canto de las sirenas, porque su segundo acto, fue promulgar un edicto para devolver a primera línea al glorioso mercado de Gebröcthenmich, endureciendo aún más el control sobre los comerciantes:

1) Se prohibe entrar en el mercado a cualquier comerciante que critique, haya criticado, o haya conspirado contra el mercado o la Guardia Real de Gebröcthenmich, salvo que sea una velada e indirecta crítica como la que usó Gila para atrapar a Jack el Destripador.
2) Se deben superar 7 puntos sobre 10 (con un máximo de 20) para vender producto como legítimo según el Consejo de guardianes de la Pureza del Producto:
- Toda fruta ha de ser vegana, de comercio justo, y no puede ser transgénica (20%)
- Toda fruta recogida por recolectoras, recolectores y recolectoros, hace hincapié en la inclusividad y diversidad de sus miembras, miembres y miembros (33%)
- Los dependientes, transportistas e intermediarios han de estar certificados en cocina kosher, para no ofender la sensibilidad de ninguna minoría étnica y religiosa (25%)
- El origen de la fruta debe diversificarse, ser acorde a lo establecido en los certificados de trazabilidad existentes, y deben rotar entre distintos proveedores al menos 4 veces por variedad (50%)
3) Se revisará la puntuación del comerciante antes de cada mercado. La Guardia Real expulsará de la ciudad a aquellos comerciantes que no superen al menos 7 sobre 20. 


El efecto devastador sobre el mercado no se hizo esperar: al principio los ingresos adicionales parecían haber estabilizado las finanzas del reino, pero el canon y los impedimentos para poder vender la fruta en el mercado aceleró la fuga de comerciantes hacia otros mercados con reglas menos restrictivas, por lo que el declive del mercado del reino de Gebröcthenmich se aceleró, y al final solo quedaban los 20 comerciantes miembros de la Guardia real y 20 más del Consejo Real del Mercado. El reino, lleno ya de casas vacías o en ruínas, negocios con letreros de se vende por cese de actividad, y una población envejecída porque los jóvenes habían partido a reinos vecinos donde las costumbres eran más relajadas, era una sombra de lo que fue.
El rey Immanuel, en un acto final de suprema dignidad, decidió que en el reino de Shutdown los pastos eran más verdes y se largó sin avisar al anochecer, y del reino de Gebröcthenmich y su glorioso mercado, nunca más se supo más, aunque su recuerdo permanece en dichos populares como "tienes menos futuro que el mercado de Gebröcthenmich", o "más se perdió en Gebröcthenmich".

Y este cuento se acabó.

comentarios (12)
BLUESS
Yo no lo entiendo.
4    k 87
macarty
#2 macarty
 *
#1 es un cuento :_) :_)
4    k 89
BLUESS
#2 Ah...
Yo buscando la relación con Mnm.
2    k 55
macarty
#3 no vale para |TRIBUNA :troll: :troll:
1    k 35
fermin
#3 Busca, busca, que la hay :shit:
5    k 100
FuncionarioPaco
#1 Ni yo
1    k 32
FuncionarioPaco
#0 ¿Tú que te has fumado, pisha?
1    k 32
macarty
#8 macarty
 *
#6 La yerbabuena de la Pepa, cohone.
2    k 55
marain
Yo también he alucinado omnibuses cósmicos leyendo ciertas cosas. Había yo hecho un par de modestos intentos de avisar al rey de que va desnudo, con "escasos" resultados.

No es que esto sea nuevo. Se ha visto muchas veces en la historia de los mercados, frutícolas o no. Se llama "huida hacia adelante" y consiste en intentar cambiar los resultados de ciertas acciones realizando exactamente las mismas acciones de antes, pero más, mucho más.

Un elemento clave del éxito…
4    k 70
Curr0
Es un cuento que como buen cuento no se corresponde con la realidad. Por ejemplo lo de tener 7 puntos para poder vender fruta es anterior al reinado del rey Immanuel, y de hecho Immanuel pretende abolirlo.
Por otra parte las fuentes de financiación en cuanto a patrocinadores externos parece que van por buen camino, a pesar de usar antiguos tenderetes bastante gastados.
1    k 32
inconformistadesdeel67
#10 Mmm, parece que Immanuel estuvo aplaudiendo a alguien de la vieja guardia. Alguien que afirmaba que eso de los 7 puntos es una buena idea, y debería seguir así.
3    k 61
macarty
#10 cualquier parecido con la realidad es disfrutar la fruta
2    k 49
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