¿El principio del fin de la pandemia? Algunas lecciones que he aprendido
Esta semana ha saltado la noticia de que Pfizer logró fabricar un antiviral que reduce drásticamente la replicación del coronavirus en los infectados. Si las agencias internacionales lo confirman, estaremos ante el principio del fin de la pandemia. Hasta ahora teníamos un escudo imperfecto en las vacunas, pero con la pastilla antiviral tendremos una espada para destruir al virus dentro de cada infectado sin mayores consecuencias. Yo me puse la primera dosis Pfizer a finales de junio y la segunda a finales de julio, sin efecto secundario alguno. Pese a ello, sigo siendo tremendamente cauto para evitar cualquier riesgo de infección, ya que la vacuna no es infalible (como no lo son tantas otras, incluida la de la gripe) y de momento parece que me funciona.
Eso sí, confié en la vacuna y no me arrepiento de ello, pues los datos empíricos demuestran que en los países con mayor tasa de vacunación con vacunas de ARN mensajero (que son las verdaderamente potentes) la incidencia es tremendamente inferior a la de países donde el negacionismo irracional ha llevado a que amplias capas de población se nieguen a vacunarse, motivo por el cual Alemania sufre hoy una salvaje pandemia entre los no vacunados. Porque la ciencia es el arma más poderosa frente a los patógenos, como demuestra el hecho de que hace 10 siglos la gente moría de enfermedades que hoy son fácilmente curables. Todo ello sin perjuicio de que la ciencia, como toda herramienta, pueda emplearse con efectos nocivos para el ser humano cuando se antepone el lucro a la salud o a la supervivencia a largo plazo de nuestra especie en un planeta idóneo para seguirnos albergando. Pero la medicina, afortunadamente, ha funcionado y sigue funcionando para salvar millones de vidas.
¿Qué podemos aprender de todo lo que hemos pasado? En esencia tres cosas:
-Somos tremendamente vulnerables y todos los constructos filosóficos, éticos, religiosos y políticos que puedan salir de nuestra mente no evitarán que si un león destroza nuestro cuello nos desangremos o que si un virus mortal y sin tratamiento conocido nos infecta caigamos. Una de mis escenas favoritas de Juego de Tronos es cuando Tyrion mata de un flechazo a su omnipotente y señorial padre Tywin Lannister mientras cagaba. Y lo es porque demuestra precisamente eso. Todo el mundo decía que Tywin cagaba oro. Dice el libro que, tras morir, se le soltaron las tripas y quienes encontraron el cadáver descubrieron que tal afirmación era falsa. En definitiva, una flecha en el corazón mata a cualquiera, y toda su vanidad no le servirá para evitarlo. Por eso, ante una amenaza real hay que hacer todo lo posible para desactivarla, y estupideces del tipo "no me pongo la mascarilla porque soy libre" o "no me quedo en casa porque no es justo" no pueden considerarse argumentos válidos. Somos tan animales como un conejo o un antílope, y ante amenazas que no podemos combatir, sólo cabe replegarse hasta que nuestra inteligencia encuentre la solución para vencerlas.
-Las armas y defensas más poderosas, incluida la medicina, deben estar en manos públicas. No podemos fiar nuestra vida a alguien que principalmente busca el lucro. No podemos depender de élites ajenas al control popular, porque eso nos convierte en sus rehenes y provoca el sacrificio de incontables vidas cuando salvarlas resulta poco rentable. Sin perjuicio de que haya farmacéuticas privadas, los Estados deben contar con sistemas sanitarios potentes y farmacéuticas públicas que se guíen por la búsqueda del bien común, y que estén sometidas a estrictos códigos éticos supervisados por representantes ciudadanos en todo momento.
-Juntos somos infinitamente más fuertes. No sólo por solidaridad, sino también por inteligencia, debemos construir Estados democráticos, transparentes y sometidos a un permanente control popular, pero a la vez tremendamente potentes en cuanto a recursos e infraestructuras. Hacer cosas difíciles requiere la colaboración de muchas manos. Poner esas cosas al servicio de cada individuo requiere la cooperación de la inmensa mayoría. La única garantía que tienes de que tu padre no muera por un cáncer evitable debido a que tarden 1 año en tratarle, o de que tú cuentes con el tratamiento médico adecuado si sufres coronavirus o cualquier otra patología, es un sistema sanitario bien financiado. Y eso sólo se consigue repartiendo la riqueza. Tu enemigo no es el joven inmigrante que pasa frío en la calle. Son el usurero, el explotador o el privilegiado que acaparan la riqueza necesaria para que tu dignidad y la de tu vecino se vean salvaguardadas. Y debemos trabajar juntos para que paguen los impuestos que deben y el dinero se destine a construir defensas adecuadas frente a pobreza, enfermedad...para todo el mundo. Porque todos somos humanos y la dignidad de tu vecino es sagrada. Entre otras cosas porque la tuya depende de la suya.