Mi opinión sobre Ucrania
Ucrania tendría que haberse rendido en el minuto uno de la invasión de los rusos. No se pudo, a pesar de mis llamamientos a los ucranianos a soltar las armas y salir de allí corriendo, cuando aún estaban a tiempo. Al inicio de la invasión esto tenía sentido porque parecía que Rusia iba a arramplar con Ucrania, y menos malo es que el sauce se doble, a que se parta. Y es que es infinitamente mejor tener revueltas y terrorismo en un Estado ocupado que la guerra abierta entre naciones a la que nos dirigimos.
Pero ahora que las elites están más que dispuestas a romper los lomos de millones de desarrapados, mi llamamiento es a la deserción general. No merece la pena molestarse por invadir, o por defender, unos campos de cultivo que quedan a freír espárragos de donde pasan las cosas divertidas. Tenemos que estar muy abducidos, y carecer de entendederas o proyectos vitales serios, para querer perder nuestra tele de plasma o nuestra vida por unos gélidos lodazales aburridos que están más allá del Muro de Hielo.
Ucrania y Rusia podían mantenerse perfectamente vacías, gestionadas por unos cuantos técnicos y maquinaria agrícola autónoma, mientras los ucranianos y los rusos se quedan en la Costa Blanca tomando el sol y pasándosela bien. Es estúpido parchear dos buques de carga oxidados, perdiendo materiales y poniéndonos en riesgo, para salvar a las señoras, rubias y de ojos azules que se amontonan en ellos, teniendo al lado un yate semivacío bien mantenido y lleno de lujos donde meterlas a todas.
Europa se boicotea a sí misma. En vez de despilfarrar recursos beneficiando a la minoría malvada, e inmensamente rica, que maneja la venta de armas y de hidrocarburos, alimentar la guerra, incrementar los muertos por cientos de miles y embrutecer, aún más, a la población ucraniana, deberíamos enfocar esos recursos en hacer infraestructuras aquí para traer a la población de allí. Todo el mundo debería venirse a Murcia. No hay nada más desbrutalizador y civilizatorio que el Sol, la playa y una paella.