Nos fascina Milei como nos fascina todo lo que tiene belleza y encanto, lejos del catálogo de señores bien trajeados de unos grandes almacenes y fuera de la corrección soporífera que nos deja huecos. Y, para el mundo, todo desde Argentina, un país que lleva décadas sumido en la pobreza y el estancamiento, pero sobre todo en la imbecilidad, donde las primeras cifras comienzan a respaldar sus políticas. La pobreza empieza a retroceder, y lo hace no gracias a discursos vacíos ni a soluciones parcheadas, sino a decisiones intelectuales.