Que coman pasteles
Carta bajo la lluvia
Te escribo, sagaz lector, una carta que no tiene mayor trascendencia, con una caducidad ridículamente corta, con un esfuerzo mínimo. Hay veces en la que un amigo se va, y deja un vacío insoportable. Hay veces que una relación se rompe y desgraciadamente uno asume y sigue adelante recomponiendo la vida con los trozos de los platos rotos que se pueden salvar. Los japoneses tienen el arte del Kintsukuroi para reparar con laca de oro o plata algo que ya era bello, para hacer algo diferente y no menos valioso, que no carece de la belleza del objeto original, pero con entidad propia.
La paciencia, la trascendencia, la empatía. Esas cualidades tan poco de moda en estos tiempos de miseria moral rondan la mente del escribano. Lo mismo da que un político juzgado cante la traviata y ponga al borde del abismo al mismo presidente del gobierno, o que otro reparta pelucas y caretas como en un cotillón, para su investidura por Whatsapp desde su condición de prófugo dorado en Bruselas. Nos saltamos al consejo de estado, y ambos miserables, hermanos en la jeta más dura posible, capaz de quebrar el martillo de Thor, siguen asomando con cobertura de máxima audiencia a nuestras vidas, cobrando una morterada de dinero público a cambio de un espectáculo lamentable. Poco pan y pésimo circo.
Me pregunto qué nos lleva a aceptar a esta gentuza, y luego recuerdo las palabras de André Malraux diciendo que la gente tiene los gobernantes que se le parecen. Como miembro de la raza humana, me pregunto qué he hecho para esta gentuza se me parezca. Desde Bill Clinton a Tony Blair, pasando por Dominique Strauss-Kahn, o incluso por Jaques Chiracq, Helmut Kohl, todos grandes personajes de la política que por distintos motivos cayeron en desgracia por "asuntillos sin importancia" entre faldas y corruptelas, se antojan pecadillos veniales ante gentuza que se reparte millones de euros en mordidas mientras se cierran hospitales, mientras los médicos tienen que largarse porque no consiguen un sueldo digno sin encadenar guardias en turnos draconianos, donde la gente no consigue un salario digno que les permita independizarse
Solución: hagase un plan de pensiones, que está la cosa fatal. Hagase de una mutua, que la sanidad está fatal. Vaya a un colegio privado, que ahi en la pública meten a cualquier moro o negro y eso está feo aunque sea políticamente incorrecto decirlo.
Bien, avezado lector. Deducirá de mi línea argumental que no estoy a favor de la privatización de servicios esenciales, como la sanidad o la educación, y no hablemos ya de otros atracos como la energía, banca, las telecomunicaciones o la industria. Sí, está bien que haya iniciativa privada, pero ha de existir una contrapartida pública para que no haya abusos (como los oligopolios), y esto debe de ser sagrado y blindado. Nadie tiene que pegarse un tiro por no poder recontrahipotecar su casa para pagarse el tratamiento médico. Hay gente que no entiende que Walter White, el protagonista de Breaking Bad, en España no hubiera acabado cocinando metaanfetamina, sino en el hospital y de baja hasta que se hubiera curado del cancer para reincorporarse a su puesto como profesor de química. Normalmente en los yuesei la gente se pega un tiro, sí, con una glock que puede recibir por depositar 3000 USD en el first national bank de Bumfuck, Texas, para no tener que dejar una carga de más de 100000 USD en deudas al hospital por tratamientos médicos a su familia.
Mi visión del mundo actual se asemeja a un banquete de hienas expulsando a los buitres de la carroña, despojos que pasan a ser parte del ciclo de la vida, donde arribistas y facinerosos medran y la gente, la buena gente, se esconde para no ser señalada con el dedo, o emigra huyendo de la salvaje actitud de esos depredadores de lo público, que jamás han dado palo al agua, que no saben qué es no llegar a fin de mes, que no se verán condenados a emigrar para poder tener un futuro.
Pido al ratón Mickey que le diga a la virgen del Rocío que a ver si puede mandarle al consejo de ministros, a esos demócratas y cristianos del PdeCAT, al ábate de Montserrat, y a todos esos expoliadores demócratas y cristianos una señal, señal por la cual todos ellos dimitan y se dediquen a las misiones, salvando a los refugiados de la guerra de Siria, o en Madhras ayudando a los Parias a tener una educación. Lástima que mis intenciones sean tan buenas como cada una de las buenas intenciones de esta gentuza, que son el empedrado de la carretera camino del infierno. Una pena mi falta de fe, dicho sea de paso, porque la alternativa es aplicar la solución francesa a tanta caspa recalcitrante. El invierno que nunca llega, amigos, eso es lo que han de encontrar, y no el solaz y asueto a costa de nuestros impuestos. Esta gentucilla sigue pensando que sí, que no hay pan para todos, por tanto ¡que coman pasteles!
