La deriva neoliberal de la Unión Europea
Qué se puede decir de las devastadoras consecuencias del neoliberalismo sin control que no hayan quedado ya patentes sobre el terreno y sobre la carne. En algunos de sus mayores feudos, como EEUU, el hastío de la sociedad ha alcanzado tales cotas que se ha generado el caldo de cultivo idóneo para propiciar el auge del neofascismo, que cristaliza con la llegada al poder de un ser abyecto como Donald Trump. E idénticos efectos está generando en la UE con pujanza de la ultraderecha supremacista.
En base a referencias que hoy son tangibles y cuantitativas, más allá de la mera conjetura, estamos en disposición de desmentir la falacia naif de la mano invisible "autorreguladora" de Adam Smith; y a su vez, certificar que la plena libertad de mercado es nociva para el bien común del ciudadano medio, cuya maltrecha figura constituye una aplastante mayoría respecto a sus exiguos beneficiarios.
A todas luces, se ha provocado un perjuicio irreparable y difícil de calcular por su enormidad en cuanto a sufrimiento humano, y parece que esto no ha hecho más que empezar, ya que sobreviene con visos de duración de varias generaciones. Por eso produce cierto rubor percibir que todavía tanta gente siga pensando que nos enfrentamos a la típica crisis al uso, ignorando negligentemente que trae consigo un cambio de modelo disruptivo que viene para quedarse, y que nada tiene que ver con el Estado del bienestar.
¿Puede que esta deriva que nos precipita hacia el abismo no sea el camino a seguir, o es cosa mía, que soy un excéntrico? Desde hace tiempo, las decisiones que se toman al respecto del continente no atañen al electorado europeo. Las cosas que ocurren a nuestro alrededor y que reducen drásticamente nuestra calidad de vida, nos son ajenas. Y la política ya no sirve para mejorar nuestras expectativas; porque, al parecer, han cambiado las reglas del juego a fin y a efecto de anular los mecanismos y contrapesos que estaban a nuestro alcance. Y hay que torturar mucho la inteligencia y hacer un alarde de ingenuidad para no interpretar de tal tendencia un componente de causalidad.
Esa engañosa cesión de soberanía implicaba que, a partir de entonces, las decisiones que nos afectan serán tomadas por un personal impasible y displicente hacia nuestras necesidades y preocupaciones como ciudadanos de un país periférico del sur en pro de una nueva deidad conocida como "Déficit". Y este boceto de unión solo monetaria, no guarda ningún ligamen con los valores que fundamentan la idea de Europa en lo que podría ser calificado como "la Dictadura de las Democracias". Que se escenifica en una UE humillada y doblegada exclusivamente a los dictámenes del capital.
Nos estamos convirtiendo en un electorado anodino e indolente que observa cómo le arrebatan su patrimonio y las herramientas para recuperarlo cual se tratara de un fenómeno meteorológico, y con la capacidad de reacción de una muchedumbre de reses pastando mientras ven pasar el tren.
La economía liberal, bajo pretextos tecnocráticos de morosidad, con el contubernio de la Troika y sus adláteres, ha visto la posibilidad de engullir a la política estatal, y ha dado pasos de gigante en esa dirección. Una política llamada a velar por el bien común que no se está "sabiendo" enfrentar a un libertinaje económico con un leitmotiv diáfano, que no es otro que redistribuir la riqueza en favor de sus acreedores; para lo cual, están modificando a voluntad los parámetros necesarios de manera perversa y compulsiva.
Lo que se revela temible es esa idea única de UE que solo puede estar amparada por el fanatismo irracional, ya que resulta extremadamente cuestionable e incierta. Henos ante una entidad diseñada por y para oligarcas del sector financiero que no nos tienen preparado, que digamos, un futuro halagüeño ni a un porcentaje mínimamente considerable de la población. Viéndonos, como resultado, coaccionados a renunciar a cualquier expresión o atisbo de dignidad.
Sabiendo reconocer que el proyecto ha fortalecido la moneda de uso común, así como las exportaciones y el turismo; por otro lado, además del empobrecimiento generalizado, se ha traducido en un aumento abusivo de los precios, la pérdida de las enseñas identitarias europeas, el desmantelamiento progresivo del mercado laboral y de los sectores públicos, la adulteración del concepto de Estado, y la transgresión flagrante e impune de Derechos Humanos y Constitucionales.
En definitiva, estamos experimentando una involución regresiva que recuerda demasiado a las etapas más oscuras y censurables de la historia, y que vamos camino de reeditar peregrinando en "franco" retroceso como crustáceos autómatas. Se critica a unos por su visión estatalizada, como si una postura diametralmente opuesta, que rehúye de cualquier equilibrio, no se ubicara per se en la radicalidad. Y para ello, han implementado un entorno retorcido en el que se declara subversiva toda crítica a un modelo que no sobrepasa los estándares más elementales del sentido común.