En esto que un día, de esos que nos llevaba, a la hora de la siesta entraron desde el río unos jóvenes a robar sandías, y mi padre los endicó. Ni corto, ni perezoso, cogió la escopeta y salió corriendo hacia donde estaban. Ellos se percataron, y salieron dirección al río con el saco sandías que habían cogido, y cruzaron el río (tenía poco cauce en aquellos tiempos, por esa zona).
Entonces empezaron a burlarse de mi padre desde la otra orilla del río, y mi padre les vació dos cartuchazos de perdigones apuntando por encima de de sus cabezas. Si hubieseis visto como corrían con el saco cuando sintieron los perdigones caer sobre ellos.
Pd.: Mi padre también era cazador, y tenía excelente puntería. En aquellos tiempos, una persona podía buscarse algo la vida cazando, ahora no.
@Pistongripau @fermin