@function@elPaleto@Pistongripau@fermin Cuando yo era pequeño, mi abuelo se encargaba de sembrar sandías, y cuidar la cosecha, en una pequeña extensión de terreno, a orillas del Guadalquivir, propiedad de uno de los terratenientes del pueblo. Mi abuelo ponía a mi padre para hacer la labor de vigilancia, entre otras, y a veces nos llevaba a un hermano mío, y a mi, con él.
En esto que un día, de esos que nos llevaba, a la hora de la siesta entraron desde el río unos jóvenes a robar sandías, y mi padre los endicó. Ni corto, ni perezoso, cogió la escopeta y salió corriendo hacia donde estaban. Ellos se percataron, y salieron dirección al río con el saco sandías que habían cogido, y cruzaron el río (tenía poco cauce en aquellos tiempos, por esa zona).
Entonces empezaron a burlarse de mi padre desde la otra orilla del río, y mi padre les vació dos cartuchazos de perdigones apuntando por encima de de sus cabezas. Si hubieseis visto como corrían con el saco cuando sintieron los perdigones caer sobre ellos.
Pd.: Mi padre también era cazador, y tenía excelente puntería. En aquellos tiempos, una persona podía buscarse algo la vida cazando, ahora no.
En esto que un día, de esos que nos llevaba, a la hora de la siesta entraron desde el río unos jóvenes a robar sandías, y mi padre los endicó. Ni corto, ni perezoso, cogió la escopeta y salió corriendo hacia donde estaban. Ellos se percataron, y salieron dirección al río con el saco sandías que habían cogido, y cruzaron el río (tenía poco cauce en aquellos tiempos, por esa zona).
Entonces empezaron a burlarse de mi padre desde la otra orilla del río, y mi padre les vació dos cartuchazos de perdigones apuntando por encima de de sus cabezas. Si hubieseis visto como corrían con el saco cuando sintieron los perdigones caer sobre ellos.
Pd.: Mi padre también era cazador, y tenía excelente puntería. En aquellos tiempos, una persona podía buscarse algo la vida cazando, ahora no.