Manu Tenorio, un okupa en nuestro corazón
Uno de mis placeres culpables es el de observar inmolaciones públicas. Esa disciplina artística en la que un famoso decide detonar un cinturón de explosivos atado a su cuerpo haciendo saltar por los aires su reputación sin que nadie se lo haya pedido. Dentro de esta disciplina, que ojalá acabe siendo olímpica, hay una modalidad reina: la inmolación por perseverancia.