#3 Técnicamente es correcto. Y te dirán que mientras el contrato sea legal, la oferta y la demanda regulan el salario pagado en el sector.
Así que, otra de percebes, y me trae más de esa gamba blanca, que el bogavante es un poco insípido en esta época del año.
#4 no he leído el artículo por ser muro de pago, pero si cobran el mínimo legal y sus horas extras es imposible que vivan en la pobreza. Luego, deduzco que se les está explotando y pagando una mierda o en "B" o ambas.
#5 dale a la vista de "lectura" y adiós muro. De todas formas, la parte interesante:
Cada mes les envían una pequeña parte de lo poco que ganan. Abdala sufre por su hija, a la que deben practicar una operación ocular, aunque en casa apenas pueden sufragar la medicación que precisa la niña. Mohamed tiene un niño diabético y cada mes envía 500 euros para pagar la insulina que necesita. Mamadou también manda 300 euros mensuales a Malí. “De mí dependen 47 personas, al menos así pueden comprar arroz y comer cada día”.
[...]
Si lo denuncias, si pides que te paguen más, te quedas sin trabajo y aún es peor”, explica Mohamed. Mamadou sufre por si tiene un accidente y aquellas semanas su familia no puede comer. “No puedo parar de trabajar, ya sé que me va a tocar sufrir. Pero en un tiempo estaré mejor”, dice, esperanzado, el joven, que lleva dos años en España. Mohamed y Abdala, con más de 20 años en las mismas condiciones, asumen que esto no va a cambiar. “Nos toca aguantar, porque no hay otra opción. Si tienes trabajo, puedes sobrevivir. Si no lo tienes, no vives. Esta es la vida en España para la gente como nosotros”.
#5 por aquí tenemos mucho inmigrante en asentamientos de chabolas y plásticos, que gan 40 euros diarios en la recogida de la fruta. Los mismos que envían a su familia una vez a la semana
Comen en el comedor social, y malviven en los plásticos.
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Así que, otra de percebes, y me trae más de esa gamba blanca, que el bogavante es un poco insípido en esta época del año.
Que digo yo, eh? no tengo ni idea...
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Cada mes les envían una pequeña parte de lo poco que ganan. Abdala sufre por su hija, a la que deben practicar una operación ocular, aunque en casa apenas pueden sufragar la medicación que precisa la niña. Mohamed tiene un niño diabético y cada mes envía 500 euros para pagar la insulina que necesita. Mamadou también manda 300 euros mensuales a Malí. “De mí dependen 47 personas, al menos así pueden comprar arroz y comer cada día”.
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Si lo denuncias, si pides que te paguen más, te quedas sin trabajo y aún es peor”, explica Mohamed. Mamadou sufre por si tiene un accidente y aquellas semanas su familia no puede comer. “No puedo parar de trabajar, ya sé que me va a tocar sufrir. Pero en un tiempo estaré mejor”, dice, esperanzado, el joven, que lleva dos años en España. Mohamed y Abdala, con más de 20 años en las mismas condiciones, asumen que esto no va a cambiar. “Nos toca aguantar, porque no hay otra opción. Si tienes trabajo, puedes sobrevivir. Si no lo tienes, no vives. Esta es la vida en España para la gente como nosotros”.
Comen en el comedor social, y malviven en los plásticos.