El peligroso avance del pensamiento dogmático y la involución de las sociedades democráticas
La regulación del aborto en la mayoría de países de la Europa occidental es muy parecida, y responde a una ponderación racional de los bienes jurídicos en juego. Es obvio que un feto aún no antropomorfo y que no puede sentir dolor no es una persona humana. Pero cuando ese feto evoluciona, sus órganos existen aunque no estén plenamente desarrollados y su sistema nervioso le hace sentir, se vuelve un ser vivo digno de protección pese a seguir sin ser una persona humana, y el Derecho debe impedir que se le elimine sin restricción alguna. Es ahí donde deben valorarse factores como los que recogen la generalidad de leyes europeas (por ejemplo el riesgo para la salud o la vida de la madre) que, reconociendo el valor del feto como ser vivo digno de protección, anteponen la protección de esos bienes jurídicos singularmente relevantes de su madre (persona humana y por ende digna de la máxima protección). Y, si esos factores no se dan, proteger al feto e impedir el aborto.
Del mismo modo que soy partidario de la eutanasia porque nuestra vida nos pertenece sólo a nosotros, no apoyo el aborto absolutamente libre por cuanto hay otro ser vivo digno de protección afectado, y estoy de acuerdo con las restricciones al mismo que se reproducen de forma bastante parecida en Francia o España. Y obviamente me parece demencial la prohibición del aborto en cualquier contexto que se ha materializado en distintos Estados norteamericanos a raíz de la infame decisión de su Tribunal Supremo. Anteposición del dogma (dogma religioso si somos sinceros) al análisis racional de la cuestión, con las terribles consecuencias en formas de muerte durante el parto, niños no deseados que tendrán una vida infernal, traumas psicológicos extremos para las madres...todo porque hay un conjunto de fanáticos que consideran que la felicidad, la dignidad, la libertad y el bienestar de millones de estadounidenses deben supeditarse a unos mantras escritos por Dios sabe quién hace miles de años.
El riesgo de involución en nuestras sociedades debido al auge de la extrema derecha es tremendo a día de hoy, y se resume en una máxima: anteposición del pensamiento dogmático al pensamiento racional. Sustitución del análisis crítico por mantras del tipo "es la voluntad de Dios" o "es la tradición del país". Y todo con una intención muy clara: la imposición de la tiranía, la explotación y la esclavitud del ciudadano en beneficio de las élites económicas, políticas y clericales que ellos representan. Porque no hay nada más peligroso que asumir una orden, una ley o un sistema "porque es la voluntad de Dios-el líder-la tradición".
Ese pensamiento criminal priva de toda defensa al ciudadano y concentra todo el poder en los sacerdotes-militares-jerarcas políticos y económicos que cortan el bacalao, pues nos priva de la razón y la crítica como armas para combatir las decisiones injustas o arbitrarias. En definitiva, nos convierte en esclavos sin cerebro, mudos y estúpidos, y abre las puertas a la represión más brutal contra quien cuestione el orden impuesto. Tenemos la Edad Media mucho más cerca de lo que pensamos, y nos toca combatirla antes de que sea demasiado tarde.