Y yo que ya empiezo a estar un poquito harto de ser el que echa un jarro de agua fría a las soflamas que encontramos en el día a día, pero en fin, echemos un jarro de agua más.
Dice la autora que ha recibido un vídeo de cámara oculta que circula por Internet donde en un ascensor un grandullón maltrata a su pareja y el resto de usuarios del ascensor no hace nada para resolver la papeleta. Y por supuesto, todos tenemos la obligación de indignarnos ante lo que se nos cuenta y de recontra-confirmar lo malo malísimo que es nuestro mundo con las mujeres y lo machi-machistas que somos todos.
Pero no.
En primer lugar, para hacer un montaje de ese estilo es necesaria una infraestructura detrás, probablemente una cadena de televisión, un departamento de psicología de una universidad, etc. Una entidad que tiene un presupuesto económico y unas cuentas que dar para cada actividad de las que desarrolla, capaz de convencer al presidente de la comunidad de propietarios, costear la instalación de la cámara oculta y después solicitar el permiso a cada uno de los intervinientes (la pareja son actores, me refiero a los convecinos), editar los vídeos, etc.
Esa entidad tiene unos resultados que ofrecer. Ahora imaginemos que ante el experimeto social, el resultado no sea el que se persigue, ¿qué hacer? Simplemente seguir grabando, y emitir solamente aquellos sucesos que son conformes a la tesis que se desea probar. Quizá haya 990 convecinos que se enfrentan al grandullón y solamente 10 que dan la espalda y no quieren saber nada, ante lo cual se emitirán los 10 y se mandarán al olvido los 990. Hay que hacer caja y ni las cadenas de televisión ni los departamentos universitarios están para perder dinero.
¿Y qué hacer si nadie da permiso para que su imagen sea emitida, o si la gente se comporta de forma aburrida, recriminando al grandullón o llamando a la policía? Dejaré la respuesta al lector avezado, pero daré una pista: ¿quién os dice que la pareja son los únicos actores del vídeo que estamos viendo?
Buen artículo #0. Pone de relieve una idea mas qué interesante, y que no puede estar más de actualidad.
Me parece extrapolable al espectro político. Si te sales del los mal llamados "centro" o la "moderación" (tibieza y cobardia), eres un peligroso radical. Y así mantienen a la masa adocenada y dividida para proteger el status quo.
Lo más acojonante es que a un contenido como este le den cobertura en un semanal de el País.
Perdón por volver a opinar pero este párrafo me ha hecho reflexionar, cito textualemente:
Son los niños que dejan que un matón torture a un compañero de clase, los padres que prefieren no enterarse, los oficinistas que admiten el acoso a un colega, los vecinos que hacen oídos sordos al ruido de golpes y llantos que se cuela a través de las paredes, o que secundan a un presidente despiadado y se niegan a poner una rampa en el portal que permitiría salir a la calle al vecino en silla de ruedas.
Y digo yo que en aras a la igualdad, el anterior párrafo también tendría que contemplar que el matón fuera una matona, los padres fueran padres y madres... El párrafo quedaría así::
Son los niños o niñas que dejan que un matón o matona torture a un compañero o compañera de clase, los padres o madres que prefieren no enterarse, los o las oficinistas que admiten el acoso a un colega o una colega, los vecinos o vecinas que hacen oídos sordos al ruido de golpes y llantos que se cuela a través de las paredes, o que secundan a un presidente despiadado o una presidenta despiadada y se niegan a poner una rampa en el portal que permitiría salir a la calle al vecino o vecina en silla de ruedas.
¿O es que no existen niñas matonas, vecinas que hacen oídos sordos o presidentas despiadadas?
Yo actuaré de la misma forma si veo a una mujer agredida que lo haría con un hombre: como mucho llamaré a la policía y que esa persona se las apañe sin mí. Igualdad.
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