Lawrence de Arabia, o la No-Tan-Exitosa-Revuelta Árabe (IV). Órdago a la Grande, y lo veo
El enfado de Husayn se hace notar en la contestación, (tercera carta de la Correspondencia) enviada al Alto Comisionado con fecha del 9 de Septiembre de 1915.1
El Sherif se queja amargamente (y hasta en tres ocasiones) de la frialdad, la ambigüedad, y del tono de duda (“ambiguity and its tone of coldness and hesitation”) de la carta anterior.
La queja británica de que muchos árabes aún prestan su apoyo a las Potencias Centrales es calificada desdeñosamente por Husayn como mera "excusa".2
En cambio -dice Husayn- todo lo que él pide, no lo hace para sí mismo, sino como necesidad vital (“essential essence of our life”) para sus súbditos; así de generoso y desprendido es.
Retengamos el punto clave de esta carta: Husayn no realiza demandas innegociables (no puede, dada su debilidad) sino sujetas a más conversaciones: "Cualquier cosa que el Ilustre Gobierno de la Gran Bretaña encuentre adecuado para su Política en este asunto, nos lo puede comunicar, así como especificar el proceso que debemos seguir"
La segunda carta de McMahon a Husayn (cuarta del intercambio, enviada el 24 de Octubre de 1915) comienza con un contrito Alto Comisionado pidiendo disculpas si ha parecido "frío y con dudas" y dando las gracias (al parecer, sin ironía) al Sherif por su “sinceridad”.3
Sir Henry explica que, vista la irritación de Husayn, consultó inmediatamente al Gobierno británico y ha sido autorizado ("empowered") a declarar que el Imperio Británico está dispuesto a reconocer el Estado Árabe en las fronteras propuestas por el Sherif de La Meca ("sin perjuicio de nuestros vigentes tratados con otros Jefes Árabes", punto que merece mayor discusión), excepto determinados distritos: Mersina y Alexandreta, que suponen el Vilayet (División Administrativa Superior) de Adana en la región mediterránea del Sudeste de Turquía; y los vilayets de Alepo y Beirut -con el Samjak (División Administrativa Inferior) semi-independiente de Jerusalén- que forman la costa libanesa, siria y palestina. (Ver imagen)4
Asímismo, los vilayets de Bagdad y Basora (partes de la actual Iraq) deberán ser objeto de negociación en cuanto a su administración, mientras exista el riesgo de agresión exterior (léase invasión turca).
En realidad, McMahon no decía la verdad: el Gobierno británico no había dado plenos poderes al Alto Comisionado para negociar sobre los territorios a conceder en un futuro Estado Árabe. Por el contrario, Lord Edward Grey -Primer Secretario del Foreign Office - había indicado a McMahon que no hiciera ninguna promesa territorial a no ser que fuese absolutamente obligatorio;5 y, como hemos visto en la carta anterior de Husayn, el Sherif estaba dispuesto a continuar negociando.
Entonces ¿por qué cambia de actitud McMahon? En la carta anterior el Alto Comisionado se había negado, bajo instrucciones del Gobierno británico, a negociar fronteras del futuro Estado Árabe. De repente, haciendo caso omiso de su superior, entra a discutir unos límites del futuro Estado que, siendo más modestos de lo que el Sherif pedía inicialmente, es muchísimo más de lo que Husayn seguramente esperaba; y, además, más de lo que Gran Bretaña puede comprometer sin acordarlos con sus aliados de la Entente y otros jeques árabes.
No podemos saber con seguridad por qué McMahon y su equipo cambiaron de postura.6 No lo aclara en sus Memorias pero, desde luego, parece claro que, a los ojos del Alto Comisionado, estas cartas no eran sino el principio de un largo tira y afloja, que sería continuado luego por comisiones o reuniones bilaterales para concretar los puntos económicos, administrativos, militares, consultas con el resto de Aliados, etc.
McMahon siempre pensó que sus ofertas iniciales eran lo suficientemente ambiguas como para que el Gobierno británico no se viera comprometido en el futuro. McMahon no estaba completamente al corriente de los acuerdos con Francia y Rusia; pero tuvo la precaución de insistir que las promesas británicas se referían sólo a "territorios puramente árabes" y "dentro de los territorios que Nuestro Gobierno puede disponer sin detrimento de nuestros aliados"; esto es, pensaba estar dejando suficiente margen al Gobierno de Londres para modificar las negociaciones hasta llegar al acuerdo final.
Husayn del Hejaz debía estar muy preocupado; porque él, más que nadie, conocía lo débil de su posición. Así que cuando McMahon le respondió aceptando discutir las fronteras de "SU" Estado árabe (aunque nada en la diplomacia británica, en realidad, hacía obligatorio que él fuera el gobernante de dicho Estado, la Correspondencia Husayn-McMahon parece bascular sobre ese supuesto) debió ver abiertas las puertas del Paraíso...
(Continuará)