Hitler y los errores de la batalla de Stalingrado (I): Fall Blau (Caso Azul)
¿Fue culpa de Hitler la debacle de Stalingrado? Pues sí… y no. Hitler dio por vencido prematuramente al Ejército Rojo, lo creyó incapaz de montar una contraofensiva a gran escala, y despreció temerariamente los informes que avisaban de las concentraciones de tropas a espaldas de sus tropas de Stalingrado. Sin embargo, permitir la retirada de Paulus tras el cerco hubiese llevado, casi con toda seguridad, a la destrucción de sus tropas ya en diciembre, y seguramente la pérdida de varios ejércitos alemanes, las tropas del Cáucaso.
Veamos.
El 28 de Junio de 1942, el Grupo de Ejércitos Sur, con el 4º Ejército Aéreo (Luftflotte 4) desencadenan la Operación Azul, con dos objetivos principales que se lograrían consecutivamente:
- A) alcanzar el Volga, cortando la comunicación del centro con el sur de la URSS (Stalingrado era sólo un objetivo accesorio, y su captura no se consideraba prescindible), y servir de cobertura al resto de la operación; y
- B) llegar al Cáucaso y apoderarse de los pozos petrolíferos de la región, lo que acabaría con la dependencia alemana del petróleo externo.
Inicialmente, la Wehrmacht no tuvo ningún problema en destrozar las líneas defensivas rusas, distribuidos en cuatro frentes: Frentes de Bryansk, Sudoeste, Cáucaso Sur y Cáucaso Norte. Dos factores influyeron en ello: la creencia de Stalin y la Stavka (Cuartel General ruso) de que la ofensiva principal iría dirigida hacia Moscú (creyeron durante bastantes días que la ofensiva alemana giraría hacia el Norte para formar una pinza con el Grupo de Ejércitos Centro, y por tanto no reaccionaron a tiempo); y la habilidad de la Wehrmacht para crear superioridades aplastantes locales y penetrar en profundidad, embolsando al enemigo y destruyéndolo.
Pero veamos los errores, posibles o seguros, de esta campaña:
- Primer error (posible): Ante el éxito inicial, Hitler cambió de planes y decidió acometer ambos objetivos a la vez, en lugar de uno detrás de otro; para ello dividió el Grupo de Ejércitos Sur en dos (Orden nº 45 del 23 de Julio):
---> El Grupo de Ejércitos “A”, al mando de Wilhelm List, con el 11º y 17º Ejércitos alemanes, el 3º Ejército rumano y el 1º Ejército Panzer, estaba encargado de la Operación Edelweiss: arrebatar a los rusos el Cáucaso y su petróleo.
---> El Grupo de Ejércitos “B”, que comandaba Fedor von Bock (a partir del 13 de Julio Maximilian von Weichs), y que incluía el 2º y el 6º Ejército alemanes, el 8º Ejército italiano, el 2º Ejército húngaro, el 4º Ejército rumano y el 4º Ejército Panzer. Su misión, que recibió el nombre de Operación Garza, era llegar al Volga y cortar las comunicaciones fluviales, además de servir de protección al flanco izquierdo del Grupo A.
Resulta difícil saber si esta decisión tuvo relevancia en el desenlace final.1
- Segundo error: Otra improvisación de Hitler puede considerarse como de mayores consecuencias: preocupado por la posibilidad de que el Mariscal Semion Timoshenko (un compinche de Stalin, no era un mal militar pero fue superado ampliamente por sus homólogos alemanes), al mando del Frente Sudoeste, consiguiera reforzar la defensa de Rostov del Don (la llave del Cáucaso), decidió enviar al 4º Ejército Panzer del general Hermann Hoth a apoyar al Grupo A. Sin embargo, poco después de que llegase a su nuevo destino y se desplegase, las tropas de Timoshenko se replegaron hacia el Este; a principios de Agosto Hitler volvió a mandar los blindados de Hoth al Grupo B, para que colaborase con las tropas que se empeñaban en el Volga y Stalingrado.2
Pero de momento pareció que las cosas iban saliendo bien. El Grupo B cruzó el Don el 26 de Julio, derrotaron en Kalach a los rusos y el 23 de Agosto llegaron a las afueras de Stalingrado. El Grupo A capturó Rostov el 23 de Julio, y el 9 de Agosto llegaban a los primeros pozos petrolíferos, los de Maikop (que los rusos habían incendiado).
Centrándonos en el Grupo B, el ataque a Stalingrado comenzó con un bombardeo brutal, a partir del 23 de Agosto, que acabó arrasando la ciudad hasta los cimientos. Durante tres meses los alemanes se empecinaron en conquistar Stalingrado frente a la defensa desesperada del 62º y 64º Ejércitos soviéticos (comandados por Vasily Chuikov y Mikhail Shumilov, respectivamente); sobre todo del primero, que llegó a disponer de apenas un puñado de edificios en la orilla oeste del Volga. Gráficamente se dice que el 62º Ejército "se sostenía con las uñas y los dientes sobre la escarpada orilla oeste del río".
- Tercer error: Centrar la ofensiva en la captura de Stalingrado fue un grave error; sobre todo teniendo en cuenta que en realidad no existía ninguna necesidad de conquistar la ciudad; y, como hemos dicho anteriormente, ni siquiera era un objetivo prioritario.
¿De quién fue la metedura de pata? Suele decirse que Hitler se obsesionó con “la ciudad de Stalin”, y se libró sobre el Volga una batalla de egos que terminó por ser fatal para la Wehrmacht.
Pero no es tan sencillo: Stalingrado no tenía ningún interés para Hitler cuando diseñó su estrategia para 1942, y ni siquiera le dio prioridad: lo importante era cortar las comunicaciones entre el centro y el sur de la URSS, inutilizando el tránsito fluvial por el Volga y el ferroviario, que seguía una ruta más o menos paralela. Además, Hitler no permitía que tales sentimentalismos decidiesen por él las campañas.3
Tampoco para Stalin la ciudad ofrecía mayor emotividad que el recuerdo de una batalla que ganó (aunque los historiadores revisionistas pusieron en duda su contribución); una batalla curiosamente muy parecida a la que se libró allí en 1942-43, y en cuya memoria la ciudad llevaba su nombre. De hecho, el momento en que Stalin entró en pánico y emitió su famosa orden nº 227 del 29 de Julio (popularmente conocida como ”¡Ni un paso atrás!”) fue cuando los alemanes cortaron la última línea de ferrocarril directa entre el centro de Rusia y el Cáucaso. Para él, Stalingrado fue un yunque en el que las tropas alemanas se estrellaban, mientras él alimentaba las tropas que defendían la ciudad con lo justo para no ser arrojados al río y la Stavka preparaba su venganza.
¿Por qué pues, acabaron los dos ejércitos en una desesperada batalla “a cara de perro” precisamente allí? Pues porque, a pesar de lo dicho, Stalingrado era la ciudad más grande y el centro industrial más importante de toda la región. Sus fábricas (“Barricada”, “Complejo Octubre Rojo”, etc) fueron duramente bombardeadas, pero su producción no se detuvo; era conveniente, pues, ocupar la ciudad.
Sin embargo, una vez fracasados los primeros intentos de tomar la ciudad por la anterior destrucción producida por los bombardeos de la Luftwaffe -que transformó el campo de batalla en un amasijo de escombros que favoreció la “guerra de ratas” rusa (veremos esto en seguida)- el empecinamiento alemán en conquistar la ciudad sí es típicamente hitleriano y de su entorno adulador. Hitler funcionaba como el jugador de póker que nunca se retira cuando cree estar en racha; varias veces, durante la batalla -incluido su discurso anual del 8 de Noviembre [imagen]- declaró que, cuando el soldado alemán (o sea, él) llega a un sitio, jamás se retira.4 Y sus generales competían en “hacerle la rosca”: Paulus, por ejemplo, quería conquistar la ciudad y “ofrecerla” como regalo al Führer para el aniversario del 8 de Noviembre.
- Cuarto error (posible): suele señalarse en los libros que convertir la ciudad en un campo de escombros favoreció la defensa de los rusos, porque se anuló la superioridad en blindados de los alemanes; y, al estar las tropas entremezcladas, los bombardeos y la artillería tampoco resultaban eficaces. Sí, pero ¿puede considerarse un error? Difícilmente, pues hasta entonces los alemanes habían obtenido unos buenos resultados con los bombardeos de ciudades (como Varsovia, o Rotterdam) que producían el caos, aterrorizaban a la población y aceleraban la rendición del enemigo. Si nos lo tomamos como una metedura de pata, en todo caso lo fue por no tener en cuenta la geografía de Stalingrado y la respuesta de sus defensores.5
En el próximo capítulo estudiaremos los errores de la batalla en sí.