Hijos de puta de camuflaje. Por Cukiseaburre
Desde la época del mismísimo Sun Zu, en su arte de la guerra, ya nos venían advirtiendo que tal cosa no era más que el arte del engaño y del disfraz. Así, desde tiempos inmemoriales, se ha venido comparando al demonio con un ser malvado y maquiavélico que, mediante la astucia de hacerse pasar por bueno, provocaba en sus victimas el más profundo de los sufrimientos.
A veces, después de su enrevesado plan, lo exponía como final aún más cruel para su pobre compañero de fatigas; otras, sin embargo, la tortura se extendía, al no poderse explicar el interfecto qué cúmulo de catastróficas desdichas le habían llevado a semejante afrenta.
Sea como fuere, la figura del hipócrita, del cabrón de turno, o del hijo puta de camuflaje ha sido de gran relevancia a lo largo de la historia de la humanidad.
Corren tiempos no menos oscuros, donde la línea que se para el bien del mal es mas bien difusa, y donde existen expertos en caminar al filo del hijoputismo más falaz y torticero.
Ultimamente la figura de la persona moralmente intachable, que defiende sus posturas con una pasión y un desenfreno digno de las gestas de otra época se ha puesto muy en boga.
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No es de extrañar que amigos de lo ajeno, malvados y demás delincuentes habituales (maltratadores, sádicos, gente tóxica...) gusten del disfraz que la nueva política les ha proporcionado, adhiriéndose a diversas ideologías de una forma completamente instrumental... Ya sea la de género, el buenismo idiota, o lo que la mayoría de la gente determina como bueno o de sentido común. La diferencia entre los seres realmente buenos y estos señores nunca termina de estar totalmente clara y suscita no menos polémicas a su alrededor.
Digamos, como Obi wan Kenobi aquello de que: solo un sith puede ser tan radical. La mayoría de la gente no son seres de luz completamente bondadosos, ya que el mal es intrínseco a la naturaleza humana; sin embargo, esta gente, cuando es pillada o siente que ha cometido una injusticia -ya sea de forma volitiva o por desconocimiento- se sienten avergonzadas y culpables e intentan reparar el daño. Raro es el que con un poco de viaje a sus espaldas no haya hecho alguna de las suyas y haya sufrido en sus carnes el látigo de sentimientos horrendos y martirizantes. Por esta misma razón las personas (digamos... normales) salvo un hecho macabro y violento sin tipo alguno de justificación -como un asesinato una violación, una incitación al suicidio o cosas así- se cuidan muy mucho de andar tirando la primera piedra, sin antes tener información veraz del desarrollo de los hechos que han llevado a fulanito o fulanita a cometer cualquier salvajada o pequeña hijoputez. Digamos que la naturaleza humana no legisla en su contra.
Pero hay una serie de gentes que parecen ser libres de mácula, gente que tiene la capacidad de juzgar los hechos por intercesión del espíritu santo y que al parecer están dotados de una cosa que ellos denominan empatía, de la cual los demás (nosotros, los mortales pecadores) carecemos. Lo que nos lleva a no poder interpretar las cosas como debe de ser, como el dogma del partido manda.
Vosotros hijos de puta, hipócritas de mierda, adalides de la moral que habéis tomado prestada para sobrevivir en este mundo medianamente socializado porque carecéis de habilidades y competencias que os sustenten por si solos... Vosotros, sí, vosotros: sois unos hijos de puta de camuflaje.