Cómo desmontar el chiringuito de las contratas (II)
Continuando con la subcontratación, sabemos que para entender el sistema de contratas hemos de controlar los términos definidos en el acuerdo de nivel de servicio (SLA). Esto es lo que ha de cumplirse en el pliego de condiciones, y define a posteriori cuáles son los KPI (Key Performance Indicators) que se usan para que una empresa sepa si el subcontratista está cumpliendo con lo que se ha comprometido.
Sabemos que el sistema tira a la baja la pasta destinada a esos contratos, y la responsabilidad de los platos rotos es de quien realiza el trabajo, que asume la rebaja salarial (porque el intermediario no se va a bajar el margen si es posible). El PADEFO, o eloi, se doblegará, hará horas, se arrastrará y se ganará una enfermedad laboral a largo plazo, pero sacará el trabajo de 3 personas si hace falta porque es lo que hay.
La pregunta del millón es: ¿es realmente lo que hay? Si el lector ha pasado por esta terminología sin aburrirse, habrá comprendido que la situación actual está llevando a los intermediarios a unos márgenes operacionales ridículos (4% con suerte), por lo que hay dos opciones: más de "es lo que hay" y bajar los sueldos anémicos para hacer lo mismo y "ser competitivos", o bien desaparecer del mapa siendo absorbido por una empresa más grande que pueda absorber el bajo margen, absorbiendo el volumen, con la expectativa de renovar el siguiente contrato al alza para resarcirse de las pérdidas acumuladas por el intermediario anterior.
Parece un escenario apocalíptico para el PADEFO, porque está destinado a decir "si bwana" y a tragar. En la consultoría el Eloi verá una oportunidad de trepar dentro de la nueva contrata esperando ser recompensado con un ascenso que le permita empuñar el látigo con el que fustigar a sus actuales compañeros. El lector curioso se preguntará si el truco no estará en saber qué SLA se ha negociado con el intermediario. El sagaz sabrá que el empleado tiene un FTE (Full Time Equivalent) asociado, y que este está definido en 40 horas laborales, 8 horas al día, a no ser que esté estipulado en el contrato de otra forma (cosa que es impugnable, pero esa es otra historia). Sí, el contrato. Esa cosa con letras que se firma hasta por un día, y mañana ya veremos. Eso que el empresario y el intermediario se pasa por el forro de los cojones.
El FTE, aunque te hagan currar 12 horas, es lo que se ha pactado entre intermediario y empresa que externaliza el servicio para cubrir las operaciones. Por parte del empresario, se establece que se va a hacer un cierto trabajo. Por parte del intermediario, se establece que lo cubrirá con tantos FTE que cumplen con un determinado perfil, por una módica cantidad X reseñada debajo. Todo lo que se hace de más por parte del empleado, es margen operacional para el intermediario (que al final queda reducido a negociación cuando el empresaurio aprieta las tuercas al intermediario con el margen). En Hispañistán hace mucho que se dejó de pagar la hora extra, por tanto, nadie se sorprende que se hagan tropocientas mil horas por la puta cara, con lo cual se puede dar cuenta que si se hacen un mínimo de 4 horas extras al día (cosa que no es exagerada en estos tiempos que corren), entre dos PADEFOs hacen el trabajo de un tercero. Moraleja: en este país de "es lo que hay", estamos mutualizando, pagando entre todos, el coste de las enfermedades profesionales generadas por prácticas empresariales fraudulentas, y devaluando el valor de la hora de trabajo trabajada.
Me comenta mi socia al 50% que "buf, esto es muy difícil de arreglar, los PADEFOS pasarán, bajo nivel educativo, total un lio y te echan a la calle". Esa es precisamente la actitud que hay que combatir. Ese es el momento en el que el PADEFO debe limitarse a cumplir escrupulosamente lo que está firmado en el contrato. Es el momento en el que regalar horas se acabó. Y es el momento en el que ni al padefo lo pueden echar (porque está cumpliendo escrupulosamente con el contrato), y el intermediario quiebra porque se ha pillado los dedos. Y sí, el padefo puede ir a la calle, pero sigue habiendo una necesidad. Y esto es como el mercado de la droga: donde hay un yonki con una necesidad, hay un traficante dispuesto a suministrar género. Hora de tomar las riendas.
Cajas de resistencia, amigos. No se acaba el mundo cuando una empresa de servicios quiebra. Siempre hay otra, y el empresaurio sigue necesitando cubrir el servicio, porque tiene una necesidad y está jodido. Más jodido cuanto más crítico es el servicio externalizado para el funcionamiento de la empresa. Pero para eso hay que dejar de ser un obrero de derechas ¿no creéis? Pues habrá que apechugar con la flexibilidad que han pedido, o cerrar la puerta y dedicarse a “lo que saben hacer” sin las áreas vitales de su negocio que diligentemente “flexibilizaron”.