El artista Diego Rivera y su visión sobre el fascismo
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Una noche, Muenzenberg, algunos otros amigos y yo nos disfrazamos y, con credenciales falsificadas, asistimos a la ceremonia más asombrosa que jamás haya presenciado. Tuvo lugar en el bosque de Grunewald cerca de Berlín. Detrás de un grupo de árboles en medio del bosque, apareció un extraño cortejo. Los hombres y mujeres que marchaban vestían túnicas blancas y coronas de muérdago, la planta ceremonial druídica. En sus manos sostenían ramas verdes. Su paso era lento y ritualista. Detrás de ellos, cuatro hombres portaban un trono arcaico...