1.- Aunque no tenga relación con los hechos que vamos a relatar, no hubo una denuncia al juzgado contra el PP o contra Diego López por este gasto. Fuentes consultadas por el Confidencial señalaban que la única explicación posible sería que muchas llamadas se hubieran hecho al o desde el extranjero, sin tener conectado un sistema que permitiera un coste “plano”. El Ayuntamiento no reclamó a López el reintegro de esa cantidad, cosa que fue denunciado en el Pleno y medios de comunicación por la oposición, pero sí a Telefónica; gestión de la que no conozco el resultado. En la actualidad Diego López es Teniente de Alcalde en Marbella, y sigue en la diana constante de la oposición.

2.- Es muy importante comprender que, cuando un juez ampara la Libertad de Expresión de un medio de comunicación para insultar y calumniar, sobre todo a un personaje público, no está diciendo que acepte que esas manifestaciones sean ciertas. La Ley española considera que la protección de la Libertad de Expresión, muy amplia ya de entrada, debe alcanzar su máximo cuando a) el presunto injuriado sea un personaje público; b) se trate de un asunto de interés público y c) el presunto injuriador sea un medio de comunicación o periodista.

En casos así, la Ley exige al periodista “Diligencia y Veracidad”. Pero la Diligencia se interpreta como haber hecho alguna gestión para confirmar los hechos (aunque sea haber hablado con otros periodistas) y Veracidad es que los hechos, en ese momento, “parezca que pueden ser ciertos”, independientemente de que luego resulten una mentira cochina. Quienes estuvieran metidos en la Conspiranoia del 11-M quizás recuerden una “himbeztigazión” de “El Mundo” en la que se denunciaba a la Guardia Civil (en una doble pagina muy cuquis, con dibus y esquemas) por haber falsificado la pericia que demostraba que los teléfonos móviles eran los detonadores de las bombas. La querella de la Guardia Civil fue desestimada porque a) “El Mundo” demostró la Diligencia porque DIJO haber hecho pruebas en sus instalaciones (no se citó a ningún ingeniero ni el juez hizo repetir pruebas… ni nada) y porque, con tal ambiente de denuncias conspiranoicas, “El Mundo” podía creer “de buena fe” que la Guardia Civil había mentido. Con dos canicas.

3.- Seijo, como muchos que citan el Quijote sin haberlo leído, no parece saber que el único pasaje donde Cervantes parece querer defender que el término “puta, hideputa” no es un insulto, es un episodio claramente burlesco del libro donde el escudero del “Caballero del Bosque” (que es, en realidad, Sansón Carrasco) se burla de Sancho Panza. En todos los demás pasajes es ofensivo, y Don Quijote jamás hubiese tolerado ese insulto. Si Seijo aboga que se permitan los insultos por ser castellano clásico, estoy de acuerdo. Pero, entonces, tendrán que tragar con el término “bujarrón” y otros, es.wikisource.org/wiki/A_un_bujarrón sin montar mayor escándalo contra "homófobos" y demás.