#2 Yo salí en mis mozos tiempos con una beata de tomo y lomo. El día que me enteré que me había puesto el sombrero de pinchos fuí a hablar con ella, y me dijo lo mismo: "puedes pegarme, si eso te hace sentir mejor". Aquello me horrorizó.
Yo le dije que así no se solucionan los problemas. Que hay que hablarlos, discutirlos, poner todas las cartas sobre la mesa y, lo más importante, solucionarlos. Si de verdad quieres a alguien, se lo demuestras haciéndole sentir bien, no haciéndole daño. Me dolió mucho acabar aquella relación (por muy ateo y anticlerical que yo sea), pero con el paso de los años y de las canas, al final llegué a comprender por qué me dijo aquello:
Estoy convencido de que ella se sentía culpable y, para ella, el hecho de recibir un "castigo" era como admitir que había hecho algo mal y expiarlo. Ella lo tenía asumido.
Esa es una manera de pensar muy habitual en las religiones mayoritarias, en las que el sentimiento de pecado, culpa y expiación juegan un papel muy importante en la religiosidad personal. Creo que es por eso por lo que en las sociedades con mucha tradición religiosa es más habitual encontrarse a mujeres más "machistas" que los hombres, que asumen que su posición es secundaria y merecen ser "castigadas" por cualquier "falta". Y por eso considero que la lacra del machismo no acabará hasta que la Iglesia decida o bien apoyar la causa con hechos y cambios reales, o bien quitarse de enmedio.
Muchos años después, todavía deseo haber comprendido eso en aquel momento, y haberla tranquilizado diciéndole que ella no debía asumir ninguna culpa y, ni mucho menos, aceptar ningún castigo. De verdad que todavía deseo haber sido más "rápido" entonces. Si no podía salvar nuestra relación, al menos tener la oportunidad de salvar su alma.
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Yo le dije que así no se solucionan los problemas. Que hay que hablarlos, discutirlos, poner todas las cartas sobre la mesa y, lo más importante, solucionarlos. Si de verdad quieres a alguien, se lo demuestras haciéndole sentir bien, no haciéndole daño. Me dolió mucho acabar aquella relación (por muy ateo y anticlerical que yo sea), pero con el paso de los años y de las canas, al final llegué a comprender por qué me dijo aquello:
Estoy convencido de que ella se sentía culpable y, para ella, el hecho de recibir un "castigo" era como admitir que había hecho algo mal y expiarlo. Ella lo tenía asumido.
Esa es una manera de pensar muy habitual en las religiones mayoritarias, en las que el sentimiento de pecado, culpa y expiación juegan un papel muy importante en la religiosidad personal. Creo que es por eso por lo que en las sociedades con mucha tradición religiosa es más habitual encontrarse a mujeres más "machistas" que los hombres, que asumen que su posición es secundaria y merecen ser "castigadas" por cualquier "falta". Y por eso considero que la lacra del machismo no acabará hasta que la Iglesia decida o bien apoyar la causa con hechos y cambios reales, o bien quitarse de enmedio.
Muchos años después, todavía deseo haber comprendido eso en aquel momento, y haberla tranquilizado diciéndole que ella no debía asumir ninguna culpa y, ni mucho menos, aceptar ningún castigo. De verdad que todavía deseo haber sido más "rápido" entonces. Si no podía salvar nuestra relación, al menos tener la oportunidad de salvar su alma.