Yo siempre he pensado que los grupos de gente que tienen un interés común en hostiarse o matarse mutuamente, debería poder hacerlo en un sitio habilitado donde no tengan responsabilidad civil o penal respecto de sus actos.

Podríamos denominar a dichos recintos "hostiódromos" e incluso gestionar la venta de entradas, que si hay gente que se la "pone dura" ver como ensartan a un pobre toro, posiblemente también vean un cierto interés (o arte, usando su propia terminología) en este tipo de eventos.

Como bien indica #3, también existen ventajas sociales indudables. Únicamente habría que establecer controles para que no hagan uso de recursos públicos en el tratamiento de patologías que se infringen a si mismos más o menos voluntariamente.