Los políticos son, en la práctica, actores extraordinarios sin escrúpulos ni sentimientos. Con el caso de Errejón ha quedado bien palpable: la persona ha fagocitado al personaje. Con este miserable de Pisarello lo que observamos es cómo articula su dolor para introducir el discurso de siempre en el votante a través de la pura emoción, del sentimentalismo barato. Sabe que es más fácil hacerlo llegar cuando lo transmite desde el sufrimiento. Es la estrategia de siempre, la que le funciona tan bien la izquierda. La razón, por supuesto, está totalmente ausente.
Una persona sana no hubiera introducido ningún artificio ideológico en su mensaje. Y se habría ganado el apoyo de esa parte de la sociedad aún latente, pero minoritaria, que no ha perdido la cordura
*
Una persona sana no hubiera introducido ningún artificio ideológico en su mensaje. Y se habría ganado el apoyo de esa parte de la sociedad aún latente, pero minoritaria, que no ha perdido la cordura