Esta separación entre el premium y el low cost no es una simple estrategia de consumo, de venta o de generación de beneficios sino que contiene una bifurcación social evidente. Lo cual genera un problema respecto del pasado, otro en el presente y otro relacionado con el futuro. El primero consiste en la refutación de la realidad mediante la supuesta nostalgia: quienes señalan que la situación material está empeorando son fácilmente acusados de personas ancladas en otros tiempos, que no quieren evolucionar, que pretenden conservar una sociedad que ya se ha esfumado, en lugar de entender que, más allá de cómo fueran otras épocas, el deseo de poder trazar un plan de vida, de contar con cierta seguridad, de poseer opciones más allá del mero azar, es una necesidad antropológica. El segundo problema es de sentido común, porque al destinar un mayor porcentaje de nuestros ingresos a la simple subsistencia, el nivel de vida cae, en algunos casos de forma preocupante y en otros de manera dramática. Y por último, como es sencillo de comprender, porque la falta de recursos actual determina las posibilidades del futuro: quienes poseen menos ingresos tendrán menos opciones de conservar su forma de vida actual y muy pocas de mejorarla.
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Esta separación entre el premium y el low cost no es una simple estrategia de consumo, de venta o de generación de beneficios sino que contiene una bifurcación social evidente. Lo cual genera un problema respecto del pasado, otro en el presente y otro relacionado con el futuro. El primero consiste en la refutación de la realidad mediante la supuesta nostalgia: quienes señalan que la situación material está empeorando son fácilmente acusados de personas ancladas en otros tiempos, que no quieren evolucionar, que pretenden conservar una sociedad que ya se ha esfumado, en lugar de entender que, más allá de cómo fueran otras épocas, el deseo de poder trazar un plan de vida, de contar con cierta seguridad, de poseer opciones más allá del mero azar, es una necesidad antropológica. El segundo problema es de sentido común, porque al destinar un mayor porcentaje de nuestros ingresos a la simple subsistencia, el nivel de vida cae, en algunos casos de forma preocupante y en otros de manera dramática. Y por último, como es sencillo de comprender, porque la falta de recursos actual determina las posibilidades del futuro: quienes poseen menos ingresos tendrán menos opciones de conservar su forma de vida actual y muy pocas de mejorarla.