Me hierve la sangre. Me hierve cada vez que leo algo sobre "recuperación", mientras todavía miles de personas subsistien gracias a la caridad de buena gente, cuando, se supone, existen unos derechos que deberían evitarles ese mal trago.
Y me hierve cuando sé que esas personas, además, cumplen con sus obligaciones fiscales que, se supone, deberían garantizar el cumplimiento de esos derechos. Es como si pagaran dos veces, e incluso así todavía tienen que hacer ellos mismos, con su propio esfuerzo, lo que se supone que debe hacer el Estado al que contribuyen.
Y encima todavía hay gente que defienda a quienes nos hacen llegar a este absurdo, porque "es lo que necesita el país".
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Y me hierve cuando sé que esas personas, además, cumplen con sus obligaciones fiscales que, se supone, deberían garantizar el cumplimiento de esos derechos. Es como si pagaran dos veces, e incluso así todavía tienen que hacer ellos mismos, con su propio esfuerzo, lo que se supone que debe hacer el Estado al que contribuyen.
Y encima todavía hay gente que defienda a quienes nos hacen llegar a este absurdo, porque "es lo que necesita el país".