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Salarios bajos, inmigración y quema de libros: la última semana en la agenda PP-Vox

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Con motivo de la campaña electoral andaluza, las cabezas visibles de Vox han empezado a repetir con más intensidad de lo normal el mantra de "los inmigrantes nos roban el trabajo y devalúan los salarios porque aceptan trabajar por 4 duros". Y claro, uno se pregunta cómo es posible que critique los salarios bajos el partido que ha votado en contra de todas las subidas del salario mínimo interprofesional, y que también ha votado en contra de la reforma laboral que ha limitado algo los descuelgues salariales masivos respecto de los convenios colectivos sectoriales que consagró la reforma laboral del PP.

Los salarios de miseria no conocen de raza, y la única forma de evitarlos es legislar para imponer un salario mínimo decente, aparte de impedir que los empresarios se descuelguen de los convenios sectoriales para pagar el mínimo posible. En Murcia tenemos MILES de camareros españoles cobrando 1000 euros por 40 horas semanales (mas las extras que no les pagan). Y cobran 1000 euros gracias al salario mínimo interprofesional, porque si fuese por el convenio colectivo de hostelería murciano se quedarían en 850 euros, ya que en esta Región nuestra, tan esclavizada por los caciques, el convenio colectivo establece unos salarios muy inferiores al mínimo interprofesional. Lo mismo pasa con los dependientes murcianos a quienes se aplica nuestro apolillado convenio colectivo de comercio general, que impone un salario base de unos 700 euros a los dependientes.

A Vox le encantan los salarios de miseria, porque maximizan los beneficios de la casta privilegiada a cuyos intereses sirve. Por eso vota en contra de cualquier mejora salarial y, para encubrir la injusticia de los salarios basura, culpa a los más débiles e indefensos: los inmigrantes que, como tantos españoles, deben trabajar por dos duros para no morirse de hambre. Así la gente se entretiene odiándoles y no se enfrenta a sus verdaderos explotadores, que exprimen por igual a nacionales y extranjeros.

Los mantras de Vox son muy burdos, pues sus propagandistas carecen de la inteligencia necesaria para defender lo indefendible, y por eso no soportan un debate libre. Es por tal motivo que tanto en Murcia como en Madrid han iniciado una campaña de quema de libros escolares "adoctrinadores" (es decir, que expongan perspectivas distintas a su ideología nacionalcatólica). Desde El Mundo, actual vocero de la derecha más rancia, ya denunciaban el otro día que algunos libros de texto contenían opiniones anticonstitucionales, como que existen oligopolios mediáticos y desde sus periódicos y televisiones se lanza propaganda para alienar al personal. Basura bolivariana que pretende convertir en etarras a nuestros niños, todo lo contrario que el edificante cartel de Vox sobre el mena yihadista que robaba la pensión a tu abuela.

El tándem derecha rancia-ultraderecha que conforman PP y Vox sabe que su discurso es hipócrita, oscurantista, rancio, clasista y en definitiva repugnante. Y como la Iglesia en los tiempos de Franco, son conscientes de que deben censurar a diestro y siniestro para que la gente no se dé cuenta de ello. Por eso están poniendo en cuestión derechos fundamentales como la libertad de cátedra de los profesores, y quieren convertir los centros educativos en cárceles neofranquistas donde hablar de injusticia social sea pecado mortal, y sólo haya sitio para la xenofobia, el casticismo rancio, el adoctrinamiento religioso y la apología de la sumisión y la obediencia. Es decir, en centros de lavado de cerebro masivo e imposición de su doctrina, como lo son los colegios del opus o lo era la enseñanza pública franquista. Como siempre digo, quienes más se rasgan las vestiduras hablando de adoctrinamiento son sus mayores amantes.

Evidentemente, la quema de libros que han ideado PP y Vox debe llevarse a los tribunales, al atentar de forma flagrante contra la libertad de cátedra o el derecho de los jóvenes a la libertad ideológica, que abarca su derecho a que en el colegio se les expliquen los puntos de vista que no comulgan con los intereses de las fuerzas vivas del país y puedan debatir libremente sobre ellos. Pero eso no es lo principal. Lo principal es movilizarnos con todas nuestras fuerzas para evitar que tomen el poder y nos conviertan en la Hungría de Europa occidental.

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