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Aventuras y Desventuras del USS “William D. Porter”, el barco yanqui que torpedeó a Franklin D. Roosevelt

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El USS “William D. Porter” fue un destructor de la clase “Fletcher” que fue botado en 1942 y, tras sus pruebas de marinería y combate, fue comisionado - al mando del Teniente Comandante (equivalente a Capitán de Corbeta) Wilfred Avis Walter – para su primera misión, en Noviembre de 1943.

Y no era moco de pavo su encargo: escoltar, y ofrecer protección antisubmarina, al acorazado USS “Iowa”, que transportaba, ni más ni menos, que al presidente de los EEUU Franklin D. Roosevelt, de camino a las trascendentales reuniones de El Cairo (con Churchill y Chiang – Kai - Shek) y Teherán (con Churchill y Stalin). Ahí es nada.

Nada más salir, el “Willie Dee” (como era conocido coloquialmente el “William D. Porter”) se vio mezclado en su primera pifia. Al parecer, el ancla no fue levada (sí, se dice así, mis queridos marineros de agua dulce) en condiciones, ni quedó asegurada; y cuando Walter mandó dar “marcha atrás despacio”, el ancla se enganchó en un barco mercante que estaba en su camino, y le hizo tremendo estrapalucio, abriéndole un costurón en el costado del casco y arrancándole barandillas y botes salvavidas.1

El “Willie Dee” ya salía con retraso a su cita con el Presidente de los Estados Unidos; así que me imagino al Capitán Walter poniendo cara de Steve Urkel (“¿He sido yoooo?”) y saliendo, a toda máquina, hacia aguas menos culpables.

Al día siguiente, 12 de Noviembre, el “Willie Dee” navegaba con los demás escoltas al lado del “Iowa”. De repente, una explosión sacudió las aguas… ¿Un submarino alemán? Todo el convoy se declara en Zafarrancho de Combate, se comienza a maniobrar en Zig-Zag, se toman las medidas necesarias para la salvaguardia del Presidente Roosevelt… hasta que, inopinadamente, se recibe un cable del “Willi Dee”: "No hay ningún submarino alemán, hemos sido nosotros, una de nuestras cargas de profundidad no estaba asegurada, se ha soltado, y ha caído al mar, produciendo la explosión”.2

Se dice que el Almirante Ernest King, al cargo de la Flota que custodiaba al Presidente, llamó a capítulo a Walter y le echó la bronca (qué menos)… a lo que Walter, claro, no pudo decir nada más que se enmendaría.

Mientras navegaban hacia Europa, se decidió hacer unos ejercicios navales.3 El Presidente Roosevelt, en su silla de ruedas (era poliomielítico), ocupó su puesto en cubierta.

Desde el “Iowa” se lanzaron unos globos meteorológicos, que fueron destruidos por los cañones antiaéreos del propio acorazado; y los que no, fueron derribados por los buques de escolta.

Así, la exhibición iba saliendo a gusto de Roosevelt. El Comandante del “Willie Dee”, Walter, se vino arriba y, como segunda parte del ejercicio planeado, pidió el lanzamiento simulado de torpedos contra un supuesto enemigo. Para el ejercicio, se retiraba el detonador del lanzador del torpedo, claro, y nada podía salir mal. Así que se dio el visto bueno al ejercicio.

Para el simulacro, se tomó la dirección y distancia del barco más cercano (el “Iowa”, claro, por si no han pillado lo gafe que era el comandante Walter y su barco) y se lanzaron (en broma) una serie de torpedos. El problema es que el marinero Lawton Dawson (uno de los que debían retirar los detonadores) la pifió y no retiró el detonador del lanzador del tercer torpedo; con lo que este pepino salió, tan pimpante, rumbo al buque que llevaba al Presidente.

Dicen que, cuando se oyó el inconfundible “Psssssss. ¡PLUFF!” del torpedo disparado, en lugar del “¡Plop!” del simulacro, el Segundo de a Bordo (H. Seward Lewis) preguntó a Walter: “Pero ¿has mandado un torpedo contra el Presidente?

Lo que siguió (había dos minutos hasta el impacto) fueron una locura en el “Willie Dee”. Dado que se había decretado Silencio Radiofónico Absoluto (para evitar la detección por el enemigo) un marinero debía hacer señales con telégrafo Morse. Presa de los nervios, comunicó: “torpedo alejándose del Iowa”; luego “William D. Porter atascado marcha atrás” y, finalmente, ya rompiendo el Silencio Radiofónico, gritó que el “Iowa” debía dar marcha atrás para eludir el torpedo.

A todo esto, la estela del torpedo era ya visible desde el “Iowa”; lo que, unido a los comunicados del “Willie Dee” (que sonaban como una pandilla de lunáticos a bordo de un yate de universitarios borrachos) habían puesto sobre alarma al barco, y se ordenó un giro brusco a estribor.

Roosevelt, que quería ver las maniobras “en primera fila” había pedido que se acercara su silla de ruedas a la barandilla, y con la maniobra de evasión estuvo a punto de caer al agua. Sus ayudantes lo evitaron por centímetros. Uno de sus guardaespaldas, presa de la frustración, llegó a desenfundar y disparar contra el torpedo, que finalmente pasó a unos cientos de metros del barco.

Tras unos momentos de desconcierto, el “Willie Dee” confesó. “Perdón. Fuimos nosotros”. Steve Urkel nuevamente.

Se ordenó – cómo no – una investigación. Los oficiales fueron absueltos, y sólo Dawton fue condenado a 14 años de prisión; aunque Roosevelt, viendo que era idiota, le otorgó un Perdón Presidencial (viene a ser un indulto de Sánchez, pero más justificado porque Dawson, efectivamente, era tonto).

Eso no evitó que el “Willie Dee”, oficialidad y tripulación, sufrieran represalias extraoficiales.

Por cualquier sitio donde navegaban, y puerto que abordaban, el barco era recibido con chistes: “Hey, no nos hundáis, somos republicanos”; “Votamos por Wilkie [opositor republicano a Roosevelt] no nos hundáis”.

El barco fue destinado a las Islas Aleutianas; lo que viene a ser, en el Ártico, el territorio más alejado de Alaska.

Parece ser que consideraron (y quizás no les faltaba razón):

- Presidentes de EEUU que asesinar en el Ártico: Cero (0 %)

- Presidentes de EEUU que asesinar en el Resto del Mundo: Uno (100 %)

Así que allí se pegaron, pasando frío y entrenándose para ser menos gafes.

Claro, perfecto, perfecto, no puede ser todo… Un marinero artillero llegó borracho a bordo tras una estancia en tierra y se puso a “jugar” con uno de los cañones…

Apuesto a que no lo adivinan: pues sí; sin apuntar, ni nada, el artillero borracho metió un pelotazo en la casa del Comandante de la Base, donde se celebraba una fiesta social con otros oficiales y autoridades civiles. No hubo daños materiales, pero la terraza del chalecito quedó hecho mierda.

A principios de 1945, el “Willie Dee” fue destinado a operaciones militares en el Pacífico. Oficialmente, cualquier cáscara de nuez que flotase era necesaria para el asalto al Japón. Extraoficialmente, en Alaska tenían miedo de hundirse en el mar si el buque gafe con su gafe capitán seguían por allí.

También cambiaron de capitán: Charles M. Keyes sustituyó a Walter.

Así, el USS “Wiliam D. Porter” participó en la Batalla de Okinawa.

Empezar, empezó en su línea; poco después de empezar los combates, se informó de que “Willie Dee” había ametrallado la cubierta de un barco enemigo… que cuando se levantó la niebla y se comprobaron daños, resultó ser el destructor USS “Luce.

Tras esta nueva desgracia el “Willie Dee” mejoró sus estadísticas: en los momentos cruciales de la Batalla de Okinawa sus antiaéreos derribaron cinco aviones japoneses, por sólo tres americanos víctimas de “fuego amigo”, lo que desde luego mejora sus estadísticas anteriores.

Finalmente, el 10 de Junio de 1945, el “Willie Dee” fue atacado por un avión kamikaze japonés. Su artillería antiaérea disparó y alcanzó al avión japonés, que cayó al mar a unas decenas de metros del barco.

Mientras la tripulación del barco celebraba el derribo, el avión continuaba su recorrido sumergido hasta explotar debajo del barco… cuyo casco quedó dañado irremediablemente y se hundió.

Es el único barco que, hasta donde yo sé, ha torpedeado al presidente de los Estados Unidos y un chalet de un comandante de una base americana; y también, que yo conozca, el único buque del mundo hundido por un avión submarino.

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