Hay razones poderosas para odiar la Navidad. Quizá la nostalgia de una niñez feliz cada vez más remota. Quizá la frenética exhortación al consumismo, a menudo mediante...
Más que odiar la navidad, es que el espiritu navideño se ha ido diluyendo. Antes era la epoca de ver a los mayores, los regalos, etc. Ahora es ver quien tiene vacaciones, a quien le van a asignar tal tarea, a casa de quien vamos a cenar, quien lleva que, con quien sentarse o no, el regalo está o no está o no llega. Es lo malo de hacerse viejo, que las responsabilidades lo arrollan todo.
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