#7 Yo tranquilo sigo, como venía. La propaganda ya la traes tú. Pero me temo que esta mañana, millones han madrugado (Abascal, no) para ir a su curro y ahora paran para comer. Se ha roto poca cosa, por más que lo intentéis simular.
#9 Pues en ese sentido, no sé si probar a dejar de insultar a la izquierda podría dar resultado. No lo veremos, lo de probar eso que digo me refiero. #8
#9 Votar a otro, por ejemplo, y aceptar que haya quien vota a Sánchez o a los que luego pactan con Sánchez formando una mayoría. Lo de vomitar odio no es resistencia a nada, sólo es vomitar.
#19 Es un esfuerzo admirable fingir que no entiendes algo tan sencillo, y sólo cabe darte las gracias por ello.
Gracias Russell Little.
Tú puedes votar a quien te plazca, faltaba más. O no votar. O presentarte.
Pero quien gobierna tiene que cumplir las normas para ser legítimo. Si incumple la Constitución para arrogarse un poder que no le corresponde, deja de ser el gobernante legítimo para convertirse en un golpista.
Vamos, que si decides inventarte las normas a mitad del recreo, luego no llores si los otros niños te dan una patada o te pinchan la pelota.
Todavía está a tiempo de no dar el golpe de Estado que se ha comprometido a dar.
Lo que no es posible es exigir que el resto cumpla castamente las normas que él se folla: una vez que se rompe la baraja, se rompe para todos, y toca apechugar con las consecuencias.
#24 El argumentario de la cloaca mediática os mantiene en un continuo desorden emocional que os acerca peligrosamente al trastorno bipolar. La investidura era el golpe porque Puigdemont gobierna desde Waterloo. Ahora es que todavía no, pero mañana sí y aún está a tiempo de no darlo.
Si tenéis lo que hace falta, y no lo tenéis, aprovechad la baraja rota. Pero perro que mucho ladra poco muerde.
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Hay que plantearse otros métodos de resistencia contra el sanchismo.
Gracias Russell Little.
Tú puedes votar a quien te plazca, faltaba más. O no votar. O presentarte.
Pero quien gobierna tiene que cumplir las normas para ser legítimo. Si incumple la Constitución para arrogarse un poder que no le corresponde, deja de ser el gobernante legítimo para convertirse en un golpista.
Vamos, que si decides inventarte las normas a mitad del recreo, luego no llores si los otros niños te dan una patada o te pinchan la pelota.
El ejemplo de la pelota define. Para qué discutir algo, cuando se puede usar la violencia. Tanta parrafada para acabar en eso.
Todavía está a tiempo de no dar el golpe de Estado que se ha comprometido a dar.
Lo que no es posible es exigir que el resto cumpla castamente las normas que él se folla: una vez que se rompe la baraja, se rompe para todos, y toca apechugar con las consecuencias.
Si tenéis lo que hace falta, y no lo tenéis, aprovechad la baraja rota. Pero perro que mucho ladra poco muerde.