Estaría el oficial de la ley emputecido, con la vena hinchada de ver tanto antiespañol en el mismo baluarte de la nación, donde más pulseras con banderita y toro per cápita se lucen en las calles desde los 90. Cuando viera esas tetas desabridas, de intenciones obscenamente golpistas, estallaría en su cerebro la llamada del deber y se impuso salvar el honor de la nación. Suerte tuvimos los débiles españoles de que no estaba en Ceuta esperando un avión. Todo esto es sólo un relato inspirado en los hechos reales.
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