#2 ¿Y lo bonito que sería un mundo donde no hiciesen falta medidas de seguridad? Un mundo donde no existiesen odios, y todos tuviésemos asegurada una vida placentera.
#6 Claro, eso sería antes. Lo que decía yo sería ya el ideal absoluto. Difícil de imaginar aún, cuando después de tantos miles de años transcurridos estamos como estamos.
#8 Yo pienso que simplemente por evolución debemos encontrar la solución al gran problema, es decir que nuestro cerebro debe evolucionar de manera que todos seamos felices sin necesidad de dañar a nadie, o que nadie se vea dañado. Ese es el gran problema que hay que solucionar, por ahora sólo se ha solucionado que individualmente haya personas que encuentran la felicidad, pero el problema debe ser resuelto de forma que todo el conjunto sea feliz.
#2 Hombre, no sé. Yo estuve en el aeropuerto de Irkutsk, que es de los más importantes de Siberia, y aquello era un poco cutre. En la pista de aterrizaje el avión iba botando. Y la única seguridad que vi al salir era una señora obesa que con muy mala baba te pedía el resguardo de la maleta que acababas de coger. Por suerte no lo tiré, porque es la primera vez que me pasa algo así.
En el viaje de vuelta sí había más personal, pero eran lo mismo, señoras obesas que te dirigían a tu vuelo si te veían "despistado". Una de esas cabronas me impidió entablar conversación con una chica que me hacía ojitos desde que nos vimos en la sala de espera, casi empujándome para entrar en mi avión.
Moscú era otro cantar. Allí sí que hay una seguridad de la leche.
#12 Eran moles. Y con una mala leche que no veas. Yo no hablaba ruso, pero no hacía falta para darse cuenta que la simpatía y la delicadeza no formaba parte del quehacer diario de aquellas señoras. Cualquiera les llevaba la contraria.
Básicamente, pasé el control de pasaportes y billete, di veinte pasos y me quedé mirando un monitor de vuelos y puertas de embarque. Y llegó una señora, me pidió el billete, y me hizo señas de que la siguiera con mucha mala uva. Y me llevó hasta el bus que llevaba a los pasajeros al avión en pista.
*
Lo siento, a veces me sale la vena idealista y...
No lo veremos, pero ya digo, pienso que llegará.
En el viaje de vuelta sí había más personal, pero eran lo mismo, señoras obesas que te dirigían a tu vuelo si te veían "despistado". Una de esas cabronas me impidió entablar conversación con una chica que me hacía ojitos desde que nos vimos en la sala de espera, casi empujándome para entrar en mi avión.
Moscú era otro cantar. Allí sí que hay una seguridad de la leche.
Básicamente, pasé el control de pasaportes y billete, di veinte pasos y me quedé mirando un monitor de vuelos y puertas de embarque. Y llegó una señora, me pidió el billete, y me hizo señas de que la siguiera con mucha mala uva. Y me llevó hasta el bus que llevaba a los pasajeros al avión en pista.
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