Décadas de intensa propaganda sobre el fin del período socialista en el Este de Europa, adornadas con los dogmas de todos conocidos (“ansias de libertad” de sus ciudadanos, “anquilosamiento” de su economía y el carácter “opresivo” de sus sistemas políticos), han servido no solo para elaborar una gran mentira sino para ocultar lo que realmente se diseñó en la “guerra caliente” del Occidente anticomunista contra el socialismo; y que terminó con las ya conocidas contrarrevoluciones, de 1989, y el fin de la URSS, en 1991.