#7La amplitud del desierto de la zona entre las cejas y el cogote del chef me hizo sospechar, aunque el picor de güebos del susodicho dirigió las pesquisas en una dirección insospechada
#8De modo que antes de que el individuo cuyo atentado gastronómico había tenido la mala fortuna de ingerir pudiese escapar, conminé a mi fiel ayudante, el Doctor Watson, a ponerse los guantes y examinar sus partes bajas.
-- Sí, Watson, lo entiendo, no llevas los guantes encima, pero eso no es culpa mía, vamos, procede a examinar al sujeto y no me seas tiquismiquis.
#11Gracias a la experiencia adquirida en Japón, acumulada durante mi ausencia tras la espantada que le hice a Moriarty tras fingir la caída en las cataratas de Reichenbach, le hice una rápida llave de jiu-jitsu al concinero y dispuse un trinchante sobre los bemoles del susodicho para que el Dr Guatson verificase sin lugar a dudas si el origen de la caída capilar sucedió en el arco del triunfo del ahora acojonado chef
-- Holmes, tengo la sensación de que nos estamos extralimitando con este hombre
-- Tiene usted una asombrosa cualidad para detectar las obviedades, querido Guatson. Aún así, zanjemos el asunto
Holmes miró ceñudo al cocinero, trinchante en mano, refocilándose en la cara de terror de éste.
*
-- Sí, Watson, lo entiendo, no llevas los guantes encima, pero eso no es culpa mía, vamos, procede a examinar al sujeto y no me seas tiquismiquis.
*
-- Holmes, tengo la sensación de que nos estamos extralimitando con este hombre
-- Tiene usted una asombrosa cualidad para detectar las obviedades, querido Guatson. Aún así, zanjemos el asunto
Holmes miró ceñudo al cocinero, trinchante en mano, refocilándose en la cara de terror de éste.