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¿Por qué se llaman liberales cuando son meros nostálgicos del caciquismo franquista? A propósito de MAR y la prensa libre

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Uno de los conceptos más sagrados e irrenunciables para el liberalismo político es la libertad de prensa. Siendo una ideología que (formalmente) se basa en la defensa de las libertades individuales frente a los atropellos y coacciones arbitrarias del Estado, la prensa libre es concebida como una ventana imprescindible cuya misión es mostrar a la ciudadanía las entrañas de las instituciones y administraciones públicas, las acciones ilícitas o inmorales de sus dirigentes y, en definitiva, todo lo que debe saberse a la hora de votar el día de las elecciones o, durante la legislatura, de decidir si se ejercen derechos como la manifestación para presionar o incluso forzar la dimisión de las autoridades que no están a la altura de sus cargos. Y, por supuesto, no hay nada más antiliberal que usar los impuestos del contribuyente o las infraestructuras pagadas con ellos para beneficiar o colocar a amigos, advenedizos o sobornadores del político de turno.

La derecha española, en su inmensa mayoría, no es liberal sino defensora del caciquismo cortijero que caracterizó al franquismo durante toda su abyecta existencia. Conciben el Estado, al igual que la prensa, como un instrumento para enriquecerse y beneficiar a los cercanos, empezando por los que pagan a cambio del favor. La magistral película de Berlanga "La escopeta nacional" reflejaba esta realidad al milímetro: aquellas cacerías donde los jerarcas de la dictadura, los directores de los periódicos y los empresarios con contactos se reunían para hacer negocios, desde conceder obras públicas a los "emprendedores" más obsequiosos, a regar con dinero público los periódicos más serviles (serviles dentro de los serviles, pues quien no era servil con Franco no podía tener un periódico). Esto hacía sentir a los caciques políticos franquistas que tenían el sacrosanto derecho no sólo de cobrar sus comisiones por dar contratas a los empresarios amigos, sino de llamar a cualquier periódico para exigir que se cortase la cabeza a todo periodista que no les pareciese lo bastante sumiso incluso dentro de los estrechos límites de la censura oficial. El famoso "usted no sabe con quién está hablando" que, a día de hoy, siguen diciendo tanto cuando creen que nadie les oye y pueden amenazar abiertamente.

Un ejemplo lo tenemos en el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez (conocido como MAR, uno de los propagandistas más burdos e inmorales del PP, que organizó toda la campaña de mentiras de Aznar para justificar la guerra de Irak). Eldiario.es desenmascaró a su jefa evidenciando que su novio reconoció ante la fiscalía los tres delitos fiscales y de falsificación documental que le imputan y pidió un acuerdo. Y con total desparpajo, MAR comenzó a enviar amenazas escritas al periódico por vía telemática, dirigiéndoles lindezas del tipo “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas” www.eldiario.es/politica/jefe-gabinete-ayuso-amenaza-e-insulta-escrito Un político puede criticar públicamente a un medio si piensa que está mintiendo. Pero nunca amenazarle para que deje de decir la verdad (o para que deje de decir lo que le venga en gana siempre que sea legal). Y menos si, aparte de político, es un cargo público de primer nivel. La coacción directa por parte de la autoridad política hacia un periódico para atemorizarle y forzarle a dejar de publicar informaciones que le perjudican es la antítesis del pensamiento liberal y la esencia de la idiosincrasia franquista: corrupción, opacidad, prebendas pagadas por el contribuyente para los amigos y represión para los enemigos.

Yo no soy liberal sino socialista republicano, pues pienso que tan peligrosas como un Estado autoritario son las grandes concentraciones de poder económico, que tienen la manía de acabar gobernando en lugar del pueblo si no se las controla, y que siempre sacrifican en su altar el futuro y la dignidad de los ciudadanos imponiendo una ley de la selva económica y laboral (y unos medios de comunicación controlados por su dinero y al servicio de su pensamiento único) donde la salud o la educación de todos valen menos que el último yate que pretende comprarse el dueño de Zara. Por eso creo que para asegurar los derechos civiles y políticos de todos es imprescindible un Estado democrático firmemente controlado por los ciudadanos, al servicio de todos los derechos humanos de cada individuo e implacable con usureros y explotadores. Pero, dentro de las ideologías que me desagradan, el nacionalcatolicismo franquista ocupa un lugar mucho más alto que el liberalismo.

Al PP, por el contrario, el franquismo le encanta. De ahí la naturalidad de MAR amenazando a periódicos, de ahí el Caso Kitchen (trama pagada con dinero público para destruir los papeles de Bárcenas y otras pruebas de casos de corrupción del partido), de ahí el Caso Gurtel...y de ahí que Ayuso no vaya a ser cesada haga lo que haga (ni su protegido MAR tampoco). Porque, entre otras cosas, Ayuso es la principal fuente de dinero para publicidad institucional que tiene el PP. De ahí que la prensa de derechas, comenzando por el mercenario Losantos, esté a sus pies y dispuesta a defenderle haga lo que haga. De ahí que MAR se crea con derecho a coaccionar a cualquier periodista.

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