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Del mito al logos: un camino inacabado hacia la madurez del ser humano

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Cuando un niño descubre que los Reyes Magos no existen, da un paso hacia la madurez y ve cerrarse una puerta hacia el mundo mágico en el que venía creyendo. Pero inmediatamente se abre otra puerta hacia una realidad tan mágica como la anterior y, esta vez, absolutamente auténtica: hay gente que le quiere tanto que se esfuerza cada día en hacerle feliz, apoyándole y dándole lo que necesita cotidianamente, e ideando celebraciones, juegos y momentos tan bonitos que queden grabados en su memoria y le acompañen y reconforten a lo largo de su vida. Es amor, una de las fuerzas más poderosas y reales de este mundo.

La madurez implica dejar de creer en cuentos de hadas y mirar a los ojos a la realidad. Aunque los cuentos de hadas son inherentes al ser humano desde el momento en que éste no entiende parte de la realidad y anhela colmar esa ignorancia. Quienes los inventan, muchas veces, buscan aprovecharse de la ignorancia y el miedo del prójimo para forrarse. En cualquier caso, la tendencia a tragarse cuentos de hadas y huir de la realidad se manifiesta de muchas formas, algunas simultáneas. Por ejemplo, quienes menos creemos en las teorías conspiranoicas solemos ser agnósticos o ateos ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/136038/CONICET_Digital_Nro.27 (página 10) y quienes más creen suelen pertenecer a sectas delirantes new age, estando en un punto intermedio de credulidad ante estos delirios los creyentes de diversas religiones.

Un momento determinante en la evolución de la Humanidad fue el paso del mito al logos, que se identifica con el nacimiento de la Filosofía. Pasamos de aceptar acríticamente las fábulas inventadas para darnos un falso conocimiento de la realidad (y, la mayoría de las veces, domarnos y sacarnos los cuartos), y comenzamos a confiar en nuestra mente y nuestros sentidos. Aceptamos que ignoramos muchas cosas y nos comprometemos a descubrirlas empíricamente, y con la misma intensidad rechazamos tragarnos los camelos de tanto sacerdote o chamán que nos promete la vida eterna si le llenamos el bolsillo. Hay que ser valiente para decir "no tengo ni idea de si hay vida después de la muerte" o "todavía no sabemos curar esta enfermedad", pero es infinitamente más digno que afirmar que dando dinero a un gurú que hará unos bailes a tu alrededor te vas a curar, o que siguiendo unos ritos de invención humana llegarás al paraíso.

El paso del mito al logos nos ha dado momentos memorables. Cuántas fábulas religiosas han sido desmentidas, desde el terraplanismo al mantra de que nuestro planeta era el centro de nuestro universo, pasando por el creacionismo o la concepción de la epilepsia como "la enfermedad de los dioses" y de otras enfermedades mentales como posesiones demoniacas. Pero todavía nos queda mucho por andar. Todavía hay gente que cree que un trozo de madera o de piedra valen más que una vida humana, o que si piensan por sí mismos irán al infierno. Todavía hay quienes creen que, aunque sus sentidos y su inteligencia les indiquen un camino, deben ir por otro porque un libro escrito hace 2000 años lo dice, pese a que ese libro contradice lo que empírica y racionalmente es evidente. El machismo, el racismo...han sido desmentidos por tantísimas personas de todas las razas y sexos cuyos coraje y brillantez han evidenciado que podían mandar y deslumbrar al mundo con su intelecto. Pero sigue habiendo idiotas que los profesan porque una fábula estúpida dice que la mujer ha nacido para obedecer y ser sumisa, o que la raza blanca es superior.

No necesito creer en un dios de la naturaleza para que se me inunde de alegría el corazón viendo un valle en primavera desde lo alto de una montaña. No necesito que ninguna religión me diga que el hombre o la mujer deben tener tal o cual rol porque así lo ha dispuesto su dios, pues me basta con contemplar su naturaleza y dones innatos para ser consciente de su suprema dignidad. Somos una misma especie independientemente de los particularismos culturales de cada pueblo. Una especie compuesta por individuos con mente y corazón, sensibilidad y racionalidad, capacidad para entender y para amar. Y de la combinación de ambas cosas nace la verdadera magia que nos permite comprender cada vez más, ser nosotros mismos (porque cada individuo es absolutamente único) y buscar la felicidad individual y colectiva logrando hitos impensables hace pocos siglos.

No te dejes constreñir por ninguna bandera, religión, tribu o credo. Tú eres tú, y sólo tú conoces tu camino. Estudia, investiga, cultívate y desarrolla tus capacidades. Pregúntate honéstamente qué amas, cuál es tu camino y qué deseas del mundo, dónde percibes la belleza y qué cosas sientes que te elevan y te hacen sentir que estás sacando lo mejor de tu naturaleza. Lucha por lo que amas y comparte lo que eres con los demás, acepta que conoces lo que efectivamente has podido descubrir y admite que ignoras lo que todavía desconoces. Porque, más allá de fronteras, idiomas y otros artificios, somos una especie y eso es lo que todos compartimos. Lo que puede sacarnos definitivamente del mito y llevarnos al logos. Porque es bastante absurdo hacer cábalas sobre posibles otros mundos cuando tenemos éste a medio descubrir, con tantísimas cosas por mejorar y con tantísima belleza por disfrutar. Y, en cualquier caso, si hay otra vida y debemos portarnos bien para llegar a ella, no se me ocurre nada más noble y bueno que seguir nuestra propia naturaleza sacando lo mejor de nosotros. Parece algo mucho más elevado que repetir rituales que a un tío se le ocurrieron en un determinado lugar y momento de la Historia...como a tantísimos otros tíos que dicen que su ritual es el verdadero.

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