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¿Por qué cayeron los Templarios, y qué pasó con su Tesoro?

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Sin duda conocéis que la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón (más conocida como Orden del Temple, o Templarios) fue fundada por el caballero francés Hugues II de Payns (o Paynes) y un grupo de compañeros, con la finalidad de proteger a los cristianos que peregrinaban a Jerusalén, sobre todo en la ruta desde Jaffa, particularmente infestada de peligros.1

Pero, ¿cuándo se fundó? Pues los libros suelen decir que en 1119. Se basan en que Guillermo de Tiro, un importante cronista contemporáneo, dice que el Concilio de Troyes - que estableció la Regla por la que debía regirse la Orden - se celebró en 1128, “en el noveno año después de la fundación”; y como sabemos restar, eso nos da la fecha de 1119 para la aparición del Temple ¿no? Pues no está tan claro… Porque en muchos sitios de la Cristiandad (particularmente en Francia, el país más poderoso de Europa, y donde se celebró el Concilio) el Año Nuevo empezaba con la Encarnación de Cristo, el 25 de Marzo. Así que, dado que el "jolgorio" se celebró en Enero, lo que Guillermo llama 1128 correspondería ya a nuestro 1129, y la fundación del Temple pudo ser en 1120.

También se ha repetido mucho que los fundadores eran sólo nueve caballeros, incluyendo a Hugues. Sin embargo, Guillermo de Tiro tiene tendencia a "embellecer" sus historias dándoles un tono más épico. Otros cronistas contemporáneos hablan de más caballeros; y, por ejemplo, el Patriarca de Antioquía (Miguel el Sirio) habla de treinta caballeros.2 Además, en la Milicia de la Orden no figuraban sólo los caballeros; a ellos hay que añadir los “caballeros seculares” (no habían hecho los votos), los sargentos, escuderos y demás soldadesca y chusma; lo que hace que, probablemente, ya en su fundación, el Temple contaba con varios cientos de hombres en armas.

También suele escucharse que los “nueve” caballeros templarios permanecieron durante los nueve años que transcurrieron entre la fundación de la Orden y el Concilio de Troyes excavando en el lugar que les habían prestado para su "camping" los Canónigos del Santo Sepulcro, con la autorización del rey Balduino II de Jerusalén, en la actual Explanada del Templo; y que al final habrían encontrado un fabuloso tesoro, con gran cantidad de manuscritos antiguos, e incluso reliquias de la época de Salomón.

Pues… no, no parece. No hay ninguna prueba de la existencia de tal tesoro, ni del hallazgo de manuscritos al por mayor,3 y cuando se habla de reliquias del tiempo de Salomón parecen olvidar que, en realidad, tras la destrucción de ese Primer Templo por Nabucodonosor, se había reconstruido en los tiempos de Esdras y Nehemías, reformado y engrandecida por Herodes el Grande, para ser vuelto a destruir por Tito, y ya definitivamente por Adriano. Poco hubiesen encontrado los templarios si se hubieran dedicado a excavar; además, y dado que la explanada donde acamparon con su hueste estaba pegada al Palacio de Balduino II, es de suponer que una actividad como la de hacer agujeros al lado de su terraza no hubiese escapado al rey y sus consejeros (que mantenían siempre una discreta - pero atenta - vigilancia sobre una milicia acampada - literalmente - bajo sus regias narices)

Entonces ¿qué hicieron durante esos años, y de dónde vino su riqueza?

Pues poco misterio hay. Hugues y sus compañeros se dedicaron a las “relaciones públicas”: escribieron al Papa y los grandes señores de la Cristiandad, visitaron a los patriarcas orientales, viajaron (como he dicho) por Europa, para conseguir donaciones, asignaciones de rentas, exenciones de diezmos (como las “desgravaciones“ de ahora) a quienes fundasen encomiendas templarias o favoreciesen al Temple de alguna manera…

En el recomendable libro "Los Templarios y el origen de la banca" de Ignacio de la Torre Muñoz de Morales se hace un excelente estudio sobre las finanzas de los templarios; y se demuestra que, unos años después de la fundación del Temple, su red de encomiendas de Occidente (no militares) producían unos ingresos equivalentes a unos 16000 kg de plata anuales, de los que un tercio (5300 kg) eran enviados como un impuesto obligatorio (“responsions”) para sostener las Casas de la Orden en Tierra Santa. Como los gastos militares, según el mismo De la Torre, eran aproximadamente la mitad de dicha cifra, es fácil concluir que los Templarios tenían un importante superávit, que De la Torre calcula en unos 2000 kg de plata al año.

Unas finanzas tan saneadas les permitieron prestar dinero con intereses a los principales gobernantes cristianos, tales como el Rey de Francia. Su poder económico (y su influencia en las cortes) fue creciendo; de manera que, en los tiempos de Felipe II Augusto, el rey ordenó que el tesoro de Francia fuera custodiado en la fortaleza del Temple (aunque con inspectores reales, "Les Clercs de la Chancellerie Royale"), dada la honestidad y fidelidad de los templarios.

Y ¿por qué el rey Felipe IV el Hermoso (Philippe le Bel) destruyó la orden templaria? Vamos a verlo.

Hoy en día, nadie se cree realmente las patrañas inventadas por Felipe IV para culpar a los templarios de cargos de herejías varias, blasfemias, y adoración a ídolos perversos, así que lo pasaremos por alto.

Suele ser común la explicación: “Es que el rey les debía mucho dinero”. Y es cierto… pero no es sólo eso. Ni mucho menos. Cuando Felipe IV sube al poder, en 1286, sus finanzas están en ruinas;4 debe al Temple (que era su banquero) unas 100000 libras (más de 8000 kg de plata). Sin embargo, emprende el saneamiento de su economía, y cuatro años después su deuda con la Orden es “sólo” de 53000 libras. Por otro lado, las relaciones del rey con los templarios no fueron malas hasta el día anterior al ataque real contra los templarios: el Tesoro real -que había sido trasladado al Louvre en 1295- volvió al Temple en 1303 ante una mala racha militar francesa; el Temple siguió adelantando dinero al rey según sus necesidades… De hecho, los templarios estaban absolutamente in albis de la traición que preparaba Felipe IV ¿Qué pasó?

Pues que, además del dinero que debía, la propia moneda real cada vez valía menos… literalmente. La libra de Tours (principal moneda de Francia), que en tiempos de Luis IX era acuñada con 4,05 g de plata por pieza, se había mantenido casi estable hasta la llegada al poder de Felipe IV: en 1286 contenía 3,95 g. Pero en la década siguiente las minas de plata de Alemania - la principal fuente de ese metal en Europa - se estaban agotando… y el rey recurrió varias veces (quince entre 1295 y 1305) a la reacuñación; esto es, para mantener el valor nominal de las monedas en circulación, el rey ordenaba retirarlas, fundirlas, y emitir más monedas con una cantidad de plata inferior. En 1302 la libra de Tours tenía sólo 1,36 g de plata por pieza. Lejos de solucionar sus problemas, estas medidas provocaron una crisis catastrófica: los franceses retiraron todo el dinero que pudieron de la circulación;5 proliferaron los monederos falsos que “transformaban” una libra de antes en tres de ahora en sus propias cecas; la inflación se disparó (nadie quería vender un cerdo, pongamos por caso, por una moneda con la mitad de contenido en plata que hace un año) y las rentas y diezmos que cobraban los nobles y eclesiásticos también se depreciaron, causando descontento entre los apoyos del rey…

La solución estaba en reacuñar monedas, esta vez al alza, pero para eso necesitaba una cantidad ingente de plata….6 Antes de caer como un buitre sobre los templarios, hizo lo mismo con los banqueros lombardos y los judíos, a quienes castigó con multas, expropiaciones y, finalmente, la expulsión, tras quitarles sus posesiones. Pero con estas rapiñas, y expoliando todas las vajillas de oro y plata que pudo confiscar en el reino, no pudo conseguir ni siquiera una sexta parte de lo que necesitaba (unas 16 toneladas de plata).

¿Dónde conseguir las 90 toneladas que le faltaban? Lo han adivinado… en el Temple.

Primero intentó robarlo “por las buenas”: tras la caída de San Juan de Acre (1291) el Papa Nicolás IV, círculos eclesiásticos, y en general gente que no tenía ni puñetera idea de la situación militar en Oriente, empezaron a debatir la posibilidad de pregonar una nueva Cruzada. Es muy dudoso que Felipe IV tuviese ninguna intención de ir a "palmar" contra los musulmanes (que, sin duda es lo que hubiese pasado), pero propuso la idea de fusionar las Órdenes del Temple y Hospitalaria; tras lo cual él, personalmente, renunciaría al trono de Francia, asumiría el cargo de Gran Maestre de la nueva Orden (y de su tesoro) y partiría contra la morisma… Hay que decir, en honor a la perspicacia de los prebostes de las Órdenes Militares y de los reyes europeos,7 que no se lo creyó ni el proverbial Tato.

Fracasada esta idea, Felipe IV decidió asaltar, en una sola noche (el viernes, 13 de octubre de 1307), todos los establecimientos templarios y detener a todos los pertenecientes a la orden.8

Pero ¿y el tesoro? Pues, pese a todas las leyendas que hablan de que los templarios consiguieron llevárselo pasándolo por delante de la "tocha" real, lo más sencillo es lo más normal: el rey consiguió echarle el guante. Veamos una serie de argumentos y una prueba definitiva.

- La cantidad de la que estamos hablando superaba ampliamente las 100 toneladas de plata. Es obvio que tras el 13 de octubre no pudo salir ni un cesto del Temple sin ser registrado, así que los que gustan de estas leyendas especulan con que los Templarios se llevaron el tesoro antes… Seguro. Una procesión de carretas cargadas hasta los topes de oro, plata y joyas, abandona la fortaleza del Temple ante los adormilados guardias reales, y nadie se da cuenta.9 ¡Ja!

- Si los templarios conocían los planes del rey y se llevaron el tesoro… ¿por qué luego se quedaron haciendo macramé hasta que les arrestaron? Olvídense de “aceptar el martirio por proteger un secreto”… El que pudo (casi ninguno, eso sí) puso pies en polvorosa.

- Cuando, tras conocerse lo que había pasado en París y en toda Francia, se produjeron detenciones e incautaciones de sus propiedades por toda Europa, hubo plazas (como Miravet, en Tarragona, y sobre todo Chipre, que tras la caída de San Juan de Acre pasó a ser la avanzadilla de la Orden en Oriente) donde se encontraron fuertes cantidades de dinero. Es decir, los templarios no supieron dónde esconder su dinero ni cuando se sabían perseguidos… como para hacerlo antes.

- Se conservan actas, testimonios directos y otras pruebas de los juicios contra los templarios. Mucho preguntar por herejías, bésame-el-culo, Baphomet… pero ni una sola pregunta sobre el Tesoro… Ah, vale; pues igual - digo yo - es porque ya se habían apoderado de él…

- Finalmente, lo más decisivo: si la operación “Viernes y 13” fue diseñada para poder apoderarse de un tesoro con el que poner a flote la moneda francesa, deberíamos comprobar qué pasó con ella ¿no? Pues… imagino que no les sorprenderá saber que, en 1308, la libra tornesa pasa a cambiarse por otras del mismo valor nominal pero con 3,7 g. de plata... casi el triple que un lustro antes… ¿Milagro? ¡No, hombre, vista que tiene uno!



Sobre los Templarios y Sus Mitos (la Maldición de Jacques de Molay, el Baphomet, etc) podríamos hablar largo y tendido... quedamos para otra Tribuna.

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