Imagínense ustedes a qué cabecita loca se le podía ocurrir que una persona en aquellos desiertos árabes donde el agua no abunda y el sol castiga, podría estar pensando en otra cosa que no fuese beber agua después de aguantar al sol una media de 16 horas. No, cuando una persona tiene sed, no puede dejar de pensar en el agua, en toda el agua que podrá beberse cuando se ponga el sol. Lo digo por experiencia: durante muchos años guardé el Ramadán, y no recuerdo tener tiempo de hacer una introspección ni ligera ni profunda, porque tanto mis herma