En el octavo círculo del infierno
Demasiados días grises. La lluvia, estos cielos encantadoramente plomizos, con regusto a pesadez y agua que debe caer pero no llega a mojar son una paráfrasis de lo que está por venir y nunca viene. La lluvia, sí, que debería limpiar el ambiente, pero que trae el barro como recuerdo de la ciénaga donde se evaporó, es un presagio. Miro a mi alrededor, y sé que esta naturaleza muerta, este centro de mesa floreado de esperanzas rotas me lleva al pasado y a climas menos amables con el cuerpo, aunque infinitamente pródigos para el recogimiento y la meditación, que es al final lo que necesita el…