Ahora decir que la mujer del presidente del gobierno no debe prevaricar o traficar influencias es revolucionario (reaccionario más bien)

Ya se decía desde tiempos pretéritos que la mujer del César no solo tiene que ser honrada, sino parecerlo, y hoy en día tendremos que comulgar callados con las ruedas de molino del descaro más absoluto en el tráfico de influencias.

Pero vamos, viendo el descaro con el que el hermanito músico amasa inexplicablemente un patrimonio multimillonario, pues ya no sorprende el descaro de toda esta gente, ni el de los mamandurrios de la ceja, les va la subvención millonaria en ello.