Hay muchos estudios sobre el valor real que aportan las cámaras de videovigilancia. En general, es un gasto inútil que proporciona una falsa sensación de seguridad a los ciudadanos, por supuesto no previene ni evita el delito y, en todo caso, puede servir para multar más. Eso sí, se ahorra presupueso en acciones de vigilancia comunitaria y, especialmente, en policía municipal, que acaba convertida nada más que en guardia pretoriana de los alcaldes.