#8 Bien, aquí entran otras cuestiones.
En una ocasión tuve que votar en contra de lo que yo creía, fue difícil, entendía que mi decisión no iba a ser lo que la mayoría quería. Me ajuste a los valores que mi electorado creía como mejor, y por más que intenté convencerles, no lo conseguí. Forma parte de la "política". Evidentemente hay líneas rojas, y como no afectaba a nada fundamental, acepté la decisión super mayoritaria de todos.

Si, en el articulo pone el ejemplo de un animalista y la mayoría de ese distrito no es animalista.
Bien, yo como diputado que quiera ser elegido tendré que plantearme si valoro la protección de los animales de una forma específica, o no. Tendré que plantearlo antes de las elecciones porque se que es un tema que está saliendo, pero con la letra pequeña porque se que a mi alrededor, los que me van a votar son no animalistas en su gran mayoría.
¿Qué haría?
Posiblemente votaría en contra de lo que yo pienso, pues soy el representante de los ciudadanos de donde vivo. Antes, por supuesto, les diría que mi voto es SI a una mejora para los animales a mi electorado, pero si ellos deciden que no, votaría que no, Yo les represento, no es un cargo personalizado (tal y como ocurre ahora).
Y al animalista le diría que mi representación/voto se debe al electorado y buscaría ayudarle para cambiar el pensamiento social de donde yo represento y él vive, pues a lo mejor estoy de acuerdo con él. Y quizás, en las próximas lecciones pueda, si surge la ocasión, pueda cambiar mi voto.

Mi abuelo ya decía que la democracia es lo más complicado de un sistema de gobierno.