Lo que no se entiende bien es que la justicia española tenga que hacer algo más que dictar sentencia para que una condena se ejecute. Habrá algún motivo jurídico. Pero ya costó más de dos años enchironar a un juez delincuente y ahora, meses para que una ministra repare una ofensa constitutiva de infracción.
Cómo se nota que cuando hicieron la Constitución no había twiter.