"Todo ha quedado al descubierto: los refugiados tiroteados, apuñalados o asesinados por los guardias; los niños enviados a prisiones para adultos, donde eran víctimas de abusos sexuales sistemáticos; los repetidos intentos de suicidio; las huelgas de hambre masivas; los enfermos graves desatendidos hasta que era demasiado tarde y morían; los funcionarios públicos que desoyeron las súplicas de los médicos de trasladar a los pacientes, por lo que de nuevo morían."
"Australia vive con el legado de estas políticas brutales: las vidas destrozadas de los detenidos y una población australiana que reconoce que esto se ha hecho deliberadamente, en su nombre y con su dinero. Porque, en el ejemplo australiano, la crueldad no era un subproducto, sino el objetivo. El gobierno cogió a un grupo de personas que no habían cometido ningún delito -es legal llegar a un país por cualquier medio para pedir asilo- y las castigó, de forma demostrativa y durante mucho tiempo, para disuadir a otros."