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RussellLittle
Nadie le discute su libertad de expresión. Puede seguir llamando hijos de la gran puta a quienes él quiera, que según quién sume, pueden ser hasta veintiséis millones. Sólo que los representantes de muchos de ellos no le van a contratar con el dinero público que ponen entre todos.

Soto puede, gracias a que esto es un país libre, montar él sus bolos y recuperar la inversión con las entradas o vendiendo casettes a la salida en el maletero de su coche.
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