#3 Siempre podemos creer en los sueños para no aceptar lo que vemos. Por ejemplo, podríamos preguntarnos si en realidad el agente se comportaba así exteriorizando una lucha interior contra su propia aceptación tras descubrirse sintiendo deseo por ese muchacho y temer que sus compañeros, espectadores cómplices, sospechen de su impostada virilidad, sustentada en una ley que casi le da impunidad para delinquir.

Lo normal en la profesión es llevarse al cuartel a quien la ha liado parda y que, inexplicablemente, se autolesione por el camino. Esta grosera exhibición se hace cuando tienes una noche aburrida de mucho calor y encuentras unos peladillas cuya detención no puedes justificar. Quizás les tienen convencidos de que están protegiendo a los españoles que madrugamos.