"La matrona que me atendió se tomó mi plan de parto [un documento con preferencias y necesidades] como un ataque. 'Aquí las cosas se hacen como yo mando', me dijo al entrar", cuenta. A partir de ahí, todo fue mal: no quería oxitocina ni ponerse un enema, pero la obligaron. "O cumple el protocolo o se marcha", añadió un médico. Eyimi, al menos, se libró de la episiotomía, como deseaba, pero se consideró tratada con tal agresividad, que el mismo día del parto pidió el alta: "En cuanto pude me largué de allí". Su segunda hija nació en casa.