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Yolanda Díaz y la desafección política

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Yolanda Díaz ha afirmado que la marcha de los diputados de Podemos al Grupo Mixto del Congreso tras abandonar Sumar, causa "desafección" entre los ciudadanos y la clase política. Y yo, siendo extremadamente crítico con lo que queda de Podemos, no puedo sino entender que la desafección la ha provocado ella, primeramente por marginar de una forma indigna a una formación que, teniendo un peso nacional superior al de Más País, merecía como mínimo el mismo peso específico que ellos en la formación del Gobierno y la organización del Grupo Parlamentario. Y, en segundo lugar, porque tanto Yolanda como la portavoz de Sumar han hecho eso que tanto hacen los políticos (empezando por los de Podemos, siendo la principal causa de su debacle) y que tanta desafección provoca: intentar tomar por tontos a los ciudadanos justificando lo injustificable con argumentos descaradamente burdos.

Cuando se convocaron las elecciones generales, Sumar tenía dos opciones: ir con o sin Podemos. En aquellos tiempos yo compartía (y sigo compartiendo) el diagnóstico de que Podemos, viciado originariamente por una lógica de Departamento universitario donde la cercanía personal al catedrático es el principal mérito a la hora de medrar, se encontraba en una posición políticamente marginal. La expulsión de todo disidente y la asunción de una filosofía sectaria según la cual el matrimonio dirigente siempre tiene razón y todo aquel que les cuestione es un malvado siervo del Ibex, había dejado hecho un erial aquello que en su día fue la gran esperanza de renovación política del país. Y, reitero, en esa brutal decadencia tuvo un peso fundamental el discurso irracional propio de una secta según el cual Iglesias y Montero nunca se equivocan, y por muy obvios que sean sus errores o conductas inmorales debemos negarlos y afirmar la existencia de un complot judeo-masónico en el que está implicado el mundo mundial.

En tal contexto, Sumar podía haber optado por ir sin Podemos, lo cual habría sido desastroso porque el 3-4% de los votos que Podemos habría sacado a nivel nacional, no habría servido para obtener escaño alguno, provocando una victoria de la derecha-ultraderecha. Hicieron muy bien en acoger a Podemos en la coalición, y Podemos hizo muy bien en integrarse, pues la alternativa era desaparecer del mapa y regalar el Gobierno a PP-Vox. Aunque Sumar no fue muy generosa con el número de diputados que reservó a Podemos, no me pareció una injusticia radical, dados los penosos resultados que Podemos había obtenido en las autonómicas, que daban fe de su encogimiento a ese 3-4% de los votos nacionales, a un nivel similar al de IU.

Pero hay que ser consecuente con los actos propios, y si acoges en tu coalición a un partido, debes darle el mismo trato que a los demás. Negar cualquier ministerio a Podemos fue una infamia, al igual que silenciarles en los debates relevantes, máxime cuando se ha dado un trato muy distinto a partidos claramente más minoritarios como el de Errejón, con su Ministerio de Sanidad. Marginar de forma casi absoluta a Podemos fue una estafa política al partido y sus electores, que tenían lógicas y razonables expectativas de recibir un trato equitativo cuando entraron en la coalición. Y, con esa conducta, Yolanda les ha obligado a irse

La marginación de Podemos ha sido claramente inmoral y, evidentemente, genera desafección entre un electorado de izquierdas que espera una ética elevada de sus dirigentes. Pero los argumentos bochornosos que usó Marta Lois para echar la culpa a Podemos y, sin ruborizarse, pedirles que devolviesen el acta de diputado, daban vergüenza ajena. Y no hay nada que genere más desafección en un votante de izquierdas que sentir que le toman por tonto. Iglesias y Montero lo saben muy bien. De otro lado, hay que ser muy irresponsable para, con este tipo de tretas, atomizar el voto de izquierdas en unas elecciones como las gallegas, donde cada voto cuenta y es obvio que la concurrencia por separado de Sumar y Podemos va a provocar un descenso de escaños vitales para echar a los caciques del PP gallego.

Respetar la inteligencia de los votantes y obrar en todo momento con honestidad. No hay nada más revolucionario y necesario para recomponer la confianza, hoy tan deteriorada, entre el votante de izquierdas y la amalgama de proyectos que compiten por su confianza y que, por cosas como ésta, acaban causando la paradoja de que, existiendo más opciones que nunca, cada vez más gente progresista se quede en casa cuando toca votar.

Noticia antigua, datos de votos archivados

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