¿Roja o azul?
Recuerdo como si fuera ayer, hace 20 años ya, salir del cine con unos amigos después de ver Matrix. Caminamos durante 15 minutos hacia un restaurante de comida rápida sin apenas decir palabra. Nos paramos en la entrada del restaurante a esperar al resto y en ese momento dije “madre mía, vaya peliculón acabamos de ver”. Los demás asintieron.
Resultó impactante ver Matrix en la pantalla, pero no debe ser nada divertido estar dentro. Ser consciente de que estás viviendo una distopía, que todo está prácticamente perdido salvo que venga un elegido y ocurra un milagro. Que todo lo que te rodea está en tu contra y solo eres una pequeña minoría, un bug en el programa, un cabo suelto a eliminar.
¿Tomarías la pastilla roja para ver la dolorosa realidad y enfrentarte a ella o tomarías la azul para seguir feliz pero ignorante?
Estamos en 2019, y tengo la seguridad de que la gente ha tomado mayoritariamente la pastilla azul. Seguir produciendo energía para las máquinas, ser su combustible, metido en una cápsula, dormido, soñando que comes filetes, compras coches o asciendes en tu trabajo.
En otra película, La Fuga de Logan, la gente aceptaba un ritual al llegar a la edad de 30 años en la cual viajaban a un lugar llamado “Santuario”. Desaparecían para evitar ser una carga para la sociedad. Logan, el protagonista, descubre que en el ritual toda la gente muere, pero nadie quiere creerlo ni aceptarlo.
Esto ocurre en la mayoría de las distopías, la mayoría hace algo, como apoyar una dictadura, ayudar a una especie alienígena a invadir el planeta... Algo malo a lo que nadie se opone por ser la tendencia mayoritaria.
Me resulta curiosa la capacidad de algunas personas para elevar a esa categoría de “moda” una idea que en principio puede resultar impopular, ilegal, dañina o incluso mortal. Y la capacidad del resto de humanos de aceptar dicha idea, hasta el punto de convertirla en máxima prioridad. Véase lo que ocurre con las religiones. Se discrimina, se mata, se roba y se abusa... por amor a un dios que no se sabe a ciencia cierta si existe.
Y ahora, mientras estas leyendo esto piensas “por eso yo soy ateo”.
Deja que te dé una pastilla roja.
¿Te imaginas vivir en una sociedad donde los adultos obligasen a menores a tener sexo con ellos? ¿Te imaginas que un día descubres que eso es lo normal? ¿Te opondrías a lo normal? ¿Qué pensarías al descubrir que la mayoría de la gente que conoces te da la espalda al manifestar tu rechazo a las violaciones de menores? ¿Qué sentirías si al entrar en debate sobre el tema alguien pretende insultarte llamándote “follaviejas” para luego censurarte?.
¿Y si te digo que esto es lo que ocurre ahora mismo con el feminismo?
Dicen que el feminismo es igualdad. Debería serlo, pero nos han colado la pastilla azul. Nos han colado como igualdad la revancha, el miedo, la culpa. Y a ese tren se han subido todos menos la extrema derecha. Así que si no estás de acuerdo con que un ayuntamiento gaste 50.000€ en comprobar el impacto de género de la obra de soterrar una autovía de circunvalación (no, no es coña) es que eres un facha. Así estamos. O feminista o facha. Toma igualdad.
¿Es igualdad una ley (LIVG) que se comporta de manera diferente dependiendo del género del acusado? ¿Es posible meter en la cárcel a un inocente gracias a esta ley?
¿Es igualdad que en caso de divorcio con hijos la mayor parte de las veces sea la madre la que consigue la custodia? A veces mediante denuncias falsas. ¿Es igualdad votar en el congreso en contra de la custodia compartida?
¿Es igualdad que una señora, jueza y alcaldesa, aparezca en TV diciendo que, algo tan básico como la presunción de inocencia debería revisarse?
El discurso del miedo, del odio, del patriarcado en todas partes. De, o eres aliado o eres machista y defensor de violadores. Ese discurso se lo tienen bien aprendido. Tanto repetirlo se ha convertido en religión. ¿Eres ateo?
No me gusta que haya padres sin ver a sus hijos, ni inocentes en la cárcel, ni que todo un género, la mitad de la población, seamos “presuntos” por no tener un cromosoma XX. Que mis explicaciones sean menos válidas si se las doy a una mujer por ser “mansplaining”. Que en el metro esté mal visto llevar las rodillas despegadas, salvo que seas mujer y lleves entre las piernas una bolsa de Primark. Que me cuenten aquello de la equidad con el dibujo de los tres muñequitos asomados a la valla, pero no me cuenten quién tiene la vara de medir con la que se considera a la mujer la más incapaz de los tres.
No me gusta un ministerio, instituto o departamento llamado “de igualdad” generando normas sexistas y leyes desiguales. Y no me gusta ver que esos ministerios, institutos o departamentos estén en manos de personas a las que no les importa dejar a un padre sin sus hijos, o meter a un inocente en la cárcel.
¿Quieres comprobarlo? El próximo 8M intenta decir algo en favor de la verdadera igualdad, como que una huelga solo de mujeres no tiene sentido. Verás lo que es una distopía en toda regla.
