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¿Quiénes eran y dónde coño se metieron las Tribus Perdidas de Israel?

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Para empezar ¿cuántas, y cuáles, fueron las Tribus Perdidas de Israel?

Según la tradición bíblica, las Doce Tribus Históricas de Israel eran los descendientes de los hijos varones de Jacob que (tras un episodio que nunca he comprendido, Gen 28; 10-19) pasó a llamarse Israel (“uno que luchó contra Dios”). Tuvo una hija, Dina, según el Génesis; pero, tras ser violada, y vengada en la mejor tradición de por entonces (asesinar a toda la peña de la ciudad del príncipe que había realizado la ofensa, qué menos que eso) … nadie sabe más de ella.

Los doce hijos de Jacob, y capitillas de las tribus de Israel, serían: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, José, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y Aser. Como Rubén (primogénito de Jacob) le había puesto los cuernos a su padre - dicen - con su concubina, éste le quitó el derecho a la primogenitura, y concedió a los hijos de José (Efraím y Manaseh) el derecho a ser considerados Tribus de Israel.

Por otra parte, Leví fue considerado Tribu de Sacerdocio, y sin derecho a territorio propio; sus miembros eran los intermediarios con Yahveh en toda la Tierra de Israel, y se les concedieron ciudades levíticas de refugio con un standard especial.

Así, las Doce Tribus de Israel serían: Rubén, Simeón, Efraím, Manaseh, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y Aser. Serían estas tribus quienes, formando una alianza, conquistaron el terreno de Canaán, bajo el mando de Josué.

De todo esto no encontramos ninguna prueba arqueológica, documental, ni otra cosa que los escritos judíos, que datan de la época de Josías (siglo VII a. JC) y los registros post- exilio babilonio (siglo VI a. JC y posteriores).

Efectivamente, la Biblia parece haber sido escrita – o, al menos, compilada recogiendo y dando forma a tradiciones antiguas – hacia el reinado de Josías (632-609 a. JC), por sacerdotes del Templo (yahvistas) y funcionarios reales. Como, a su vez, Josías había sido educado en el Templo por los sacerdotes, tras la muerte de su padre (en un golpe de Estado, presumiblemente orquestado por los yahvistas) todo quedaba en casa.

Y de hecho, el yahvismo (una corriente integrista político-religiosa como otras) impregna el relato de la Biblia sobre la época del Canaán tras la conquista por las Tribus de Israel. En el libro de los Jueces se describe una época de independencia de las Tribus - con ocasionales alianzas, pero también guerras entre ellos - vista por los autores con cierto disgusto (“En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía", dicen varias veces) porque lo que defienden es una Monarquía-Teocracia (como la de Josías, claro).

El relato se repite una y otra vez: el “pueblo de Israel” abandona a Yahveh (en realidad, abandona la adoración exclusiva a Yahveh y permite la adoración a otros dioses); Yahveh se mosquea y les entrega en manos de invasores externos; el pueblo clama a Yahveh, que les envía un salvador providencial que pega tremenda paliza a los enemigos; el pueblo se vuelve a Yahveh… hasta la siguiente apostasía.

Como los salvadores (los Jueces) fueron de diferentes tribus (Jefté, de Gad; Sansón, de Dan; Gedeón, de Manasés, etc) es de suponer que, de no ser directamente invenciones, lo que hicieron los recopiladores fue escoger una serie de héroes tribales y ordenarlos en un relato donde se colocaba, en todos los casos, la apostasía como motivo de la aflicción y la posterior intervención divina como fuente de salvación.

Tras el periodo de los Jueces, siempre según los autores de la Biblia, el pueblo de Israel obligó al profeta Samuel a elegir un rey. Pese a la oposición del profeta, y del propio Yahveh (ver 1Samuel 8; 4-22) se eligió rey a Saúl, al que los relatores presentan como un bruto medio loco y ridículo.

Pocos años después, Yahveh envía a Samuel a elegir otro rey, David, de la tribu de Judá. No olvidemos que Josías, como todos los reyes de Judá (nación) era descendiente de David. Por lo tanto, está claro que los autores de este relato establecen una clara diferencia entre la legitimidad de la dinastía de David (elegida por Yahveh) y la de cualquier otro rey, incluido Saúl, elegido contra la voluntad de Yahveh.

En los tiempos de Saúl, ya se dice en el relato bíblico que había logrado unificar las Doce Tribus, en un reino que (tras varios conflictos civiles) conquistó David y heredó su hijo Salomón.

No existe ninguna prueba arqueológica ni documental (fuera de la Biblia, otra vez) de la existencia de un reino unificado que reuniese el territorio de lo que fueran Israel o Judá. No se mencionan en los documentos fenicios (pueblo directamente emparentados en cultura con los cananeos, hasta el punto de que los cananeos podrían ser llamados fenicios del sur, o los fenicios cananeos del norte), pese a que se habla y no se para de los contactos de David y Salomón con Hiram I de Tiro; ni entre los egipcios, pese a que se dice que Salomón fue yerno de un faraón; ni se sabe nada sobre la supuesta Reina de Saba

De todo este periodo, lo único de lo que hay registro – según los registros de Siria, Asiria o Egipto - es de que los posteriores reyes de Judá decían ser descendientes de la “Casa de David”. Es decir, se llamaban descendientes de un ancestro, real o legendario, de cuya existencia no hay pruebas.
Según se desprende del relato bíblico, las Tribus de Israel no constituyeron un auténtico estado ni siquiera bajo David o Salomón. La prueba es que, según la Biblia (1Reyes 12) tras la muerte de este último, las Tribus del Norte (lo que serían más adelante “las Diez Tribus Perdidas de Israel”) se sublevaron contra los exagerados tributos que les quería imponer Roboam (hijo de Salomón) y eligieron a un opositor a Salomón, Jeroboam I (de la tribu de Efraím).

Por supuesto, la Biblia (escrita bajo el poder del reino de Judá) entiende que se trata de una sublevación contra el derecho legítimo (aunque abusivo) de Roboam, que actúa bajo el consejo de “los jóvenes”, desechando el consejo de los “Ancianos que habían aconsejado a su padre Salomón”. Po fale.

Como no hay pruebas de la existencia de un reino unificado en Canaán, tampoco la hay de su disolución. En realidad, el capítulo 1Reyes 12, dice, en un par de ocasiones, que “sólo la Tribu de Judá” obedeció a Roboam; aunque, poco más adelante, dice que Roboam se dirige a “la casa de Judá y la tribu de Benjamín” (interesante diferencia entre Casa y Tribu); y reúne un ejército de 180000 hombres, que luego no manda a la batalla porque Yahveh le dice que no lo haga… Lo que no es óbice para que más adelante se diga “Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días”. El pacifista mandato de Yahveh...

Si se habla de Diez Tribus que se sublevaron contra Roboam, es por una profecía (1Reyes, 11; 29-39) que le concedería “diez partes sobre doce”. Pero, nada, en la Biblia, explica cuáles de entre las doce Tribus pasaron (si hubo alguna vez un reino unificado, y no dos reinos diferenciados) a poder de Jeroboam.

Lo que parece claro es que, en el siglo IX a. JC, existió un reino en la parte norte de Canaán, que se referencia en los documentos de los países colindantes como un país próspero - y un aliado militar a tener en cuenta - llamado Israel; y que, más al Sur, hay un reino más pequeño, pobre y cateto, donde gobierna la autodenominada Casa de David.

El Reino de Israel (cuyos gobernantes son sistemáticamente tachados por los autores bíblicos como malvados, por no obedecer a la Monarquía Teocrática de Yahveh) es derrotado y conquistado por los asirios, en 720 a. JC. El Reino de Judá, que –para los de siempre - alterna entre gobernantes guays y no, según impartan el palo intolerante o no, tras la muerte de Josías se desvía de Yahveh y palma bajo el Imperio Neobabilonio.

Bueno, sí, pero tío pesado… ¿Cuáles eran las Diez Tribus?

Pues… me juego la Nocilla de mañana a que, durante la existencia independiente de Israel y Judá, y sobre todo cuando cayó el Reino de Israel, nadie hablaba de Diez Tribus. Simplemente, existían dos reinos, Israel y Judá, los dos independientes (aunque tan relacionados culturalmente como pueden ser Alemania y Austria, o Rusia y Bielorrusia). Y la narrativa posterior de Judá, sobre un pasado común, no es más que una justificación histórica de los intentos de Josías de conquistar (reconquistar, para él y sus hooligans) el Norte.

Dada mi opinión, les diré que, para los que siguen la interpretación de la Biblia, el territorio que- según el reparto del territorio de los propios Libros llamados Históricos - había correspondido a la tribu de Simeón, ya había sido absorbido; bien por los Filisteos, bien por Judá. En todo caso, no podía formar parte de los territorios de Israel. De la misma manera, Benjamín – siempre según la Biblia – había seguido a Roboam. Leví, como ya he dicho, no tendría territorios, y no consta que participase en la revuelta.

Así que, según el Mito, las tribus de Rubén, Isacar, Zabulón, Efraím, Manasés, Dan, Neftalí, Gad y Aser habrían seguido la rebelión de Jeroboam I, y habrían formado seguro el Reino de Israel. Judá, sin duda, habría obedecido a Roboam.

¿Cuál es la Décima Tribu? ¿Simeón, Benjamín, Levi? Como he dicho antes, y dado que lo de las Diez Tribus se basa, exclusivamente, en una profecía incluida en el relato bíblico por los compiladores del rey Josias… no le den mucho crédito.

Bueno, y… ¿qué pasó con ellos?

En los últimos años de Israel, les tocó compartir época con Tiglatpileser III, uno de los comandantes militares más exitosos de todos los tiempos; pero que, como era asirio, y dio tremenda paliza a los israelitas, parece que no toca reconocerlo. En la Biblia, también se le conoce como Pulu (2Reyes 15: 19). En una de sus expediciones de conquista, cuando Pecaj (rey de Israel), junto con Rasin (rey de Aram) lideraron una coalición de pequeños países de la zona contra Asiria, el rey asirio aplastó la rebelión y se anexionó Aram y la parte norte de Israel. Además, cobró un fuerte tributo a Pecaj, aunque le dejó como rey de un Israel nominalmente independiente (en la práctica, estado-tapón frente a Egipto) y realizó la primera de las deportaciones de los israelitas.

Efectivamente, los asirios (como luego los babilonios) tenían la costumbre de deportar a las clases dirigentes, intelectuales, artesanos, y potencialmente rebeldes de los países conquistados hacia la otra punta de su Imperio; y, en compensación, repoblar esos territorios con otros paisanos de allende sus dominios.

Según los anales asirios (mucho más fiables que los libros de la Biblia) los asirios deportaron unas 13500 personas de los territorios anexionados a su imperio del norte de Israel y, sin duda (si no los ejecutaron) parte de los opositores a Asiria del pequeño estado que, nominalmente, siguió siendo independiente.

Pecaj sobrevivió poco a su derrota; un tal Oseas (general de su ejército) lo asesinó y tomó el poder; a la muerte de Tiglatpileser III, unos años después, se entregó a un peligroso juego de cambio de alianzas, dejando de pagar a Asiria y buscando el favor de Egipto. El resultado fue nefasto para Israel.

El nuevo rey, Salmanasar V, emprendió una campaña contra Israel; él, o su hijo, Sargón II, terminaron aplastando la rebelión y conquistando su capital Samaria, hacia 720 a. JC.

Según los anales de Asiria, Sargón ejecutó una deportación de unas 27000 personas, nuevamente entre las élites intelectuales, artesanos, sacerdotes, y la nobleza.

Así que, en total se puede decir que los deportados por Asiria fueron unas 40000 personas, en total, entre unas 200000 personas que, según las pruebas arqueológicas y documentales, poblaban Israel por entonces.

O sea, un 20 %. Evidentemente, un golpe muy fuerte para la demografía y la unidad cultural de Israel; máxime cuando los deportados fueron escogidos entre los dirigentes, intelectuales, artesanos y comerciantes importantes del país. Cierto es que, a cambio, fuero trasladados forzosamente a Israel decenas de miles de personas de otros puntos del Imperio; pero de lengua y cultura diferentes, lo que causó tensiones entre los antiguos residentes y los nuevos llegados. Como os podéis imaginar, eso es lo que buscaban los asirios: mezcolanza entre antiguos y nuevos habitantes, cualquier cosa que evitase un resurgimiento nacionalista de Israel (o de cualquier provincia) y rebeliones contra el poder central.

Bueno; y, al fin, ¿qué pasó con las Diez Tribus Perdidas?

Pues que no existieron como tal.

La conquista asiria llevó al 20 % de la población de Israel (los que, potencialmente, podían encabezar una rebelión) a otros puntos del Imperio Asirio; allí terminaron disolviéndose y mezclándose con los habitantes de la zona.

Una parte de los no deportados, no queriendo vivir bajo el gobierno asirio, emigro hacia el sur, a Judá, con quienes compartían lazos culturales y lingüísticos. Durante el siglo siguiente, Judá experimentó un auge cultural y económico importante, producido - sobre todo - por la influencia de los inmigrantes de Israel, más refinados, más cultos, muchos de ellos yahvistas, e imbuidos de una ideología nacionalista.

En este periodo se enmarca la revolución religiosa y nacionalista de Josías, con su intento de proclamarse Mesías y el nacimiento del judaísmo que, con la purificación de elementos no yahvistas tras el exilio babilonio y la reconstrucción del Templo de Jerusalén, sienta los cimientos del Judaísmo Clásico.

¿Por qué desparecieron los israelitas, mezclándose con otros pueblos, y no los judeos?

Parece obvio, pero habrá que decirlo. Los judíos deportados en el siglo VI a. JC a Babilonia, estuvieron apenas 50 años en el exilio. Apenas una o dos generaciones. Aún sobrevivía gente que había vivido la caída de Jerusalén bajo Nabucodonosor II; y, por tanto, tenían la ilusión de volver a levantar el país.

Cuando Ciro les dio fiesta de su exilio, y les permitió volver a establecerse en torno a Jerusalén, se habían convertido en una población muy cohesionada cultural y religiosamente, con una creencia firme en el favor en Yahveh, que les había rescatado de sus sufrimientos gracias a sus adoración al Dios Único.

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