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Psicología del cabrón camuflado: El eterno resentido

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Habiendo dejado más o menos claro el obrar del hijo puta de camuflaje vamos a adentrarnos en la psicología del mismo, en el porqué de semejante resquemor y odio hacia la humanidad.
Hemos de decir que el hijo puta camuflado es un ser débil que nunca da la cara y que nunca se enfrenta directamente con sus adversarios, salvo que sea a distancia, a través de un teclado y una conexión a internet. Algo que ponga distancia física entre sus contendientes.
Satanás es el niño mimado de papa y mama, hipersensible, hiperprotegido. No es de extrañar que le roben el bocadillo en el recreo o que lo muelan a pescozones en sus años mozos ya que suelen ser los pelotas e informadores de los profesores. A raiz de ésto se vuelven seres completamente resentidos de la sociedad y aprenden a ocultar sus verdaderas y espurias intenciones para con sus semejantes.
Una vez llegada a la vida adulta arrastrando los traumas del bullying deciden emprender una especie de venganza en contra de todo aquel que le haga rememorar de alguna manera sus tiempos de horror incomprendido. Pueden ser personas con un barniz intachable de moral y ética pero que no dudan ni atienden a razones de ningun tipo a la hora de establecer los mecanismos que los hagan parecer superiores a los demás. Ya sea intelectual o éticamente.

De esta manera van desarrolando una moral inflexible e intolerante convirtiendolos en eternos juzgadores de lo ajeno y ante la carencia de actuaciones moralmente reprensibles inventan otras o simplemente interpretan todo como algo que de alguna manera puede ser reprobado. Convierten su critierio y su razón de ser en una interminable interpretación moral de los hechos, aún cuando los hechos acaecidos nada tengan que ver con ella y si con temas meramente pragmáticos.

Tenemos también a los que ya de bien pequeños son los reyes del mambo, el típico abusón de patio, y por alguna extraña razón al llegar a la vida adulta rechazan y olvidan cada una de las afrentas y mamoneos varios que le han inflingido a las personas de su alrededor convirtiéndose en una especie de guardias del buen hacer. Si bien éstos últimos son menos peligrosos no deja de llamar la atención su memoria selectiva a la hora de juzgar las actuaciones de los demás cuando sería lógico que al menos tuvieran una cierta empatía si es que acaso hubieran logrado comprender el porqué de su comportamiento pasado y hubieran logrado extrapolarlo a otra persona en el futuro.

Hay un tercer tipo de cabrón de camuflaje. El que aprovecha cualquier oportunidad para hacer el mal (robar, abusar, maltratar) conviertiendolo en una forma de venganza en una especie de envidia eterna por la cual todo está justificado: Cómo antes ellos me lo hicieron a mi y me tuve que aguantar ahora que aguanten ellos. Este sería el razonamiento implícito en cualquier tipo de conducta de este último espécimen. Por lo menos es una forma de actuar lógica aunque no menos malvada.
Como podemos observar la psicología del hijoputa de camuflaje está repleta de traumas y carencias que de algún modo le llevan a ser como es, ya sea esto lógico o no. Al final no dejan de ser los niños malcriados de toda la vida con un componente narcisístico, hipócrita, egoista y envidioso que no puede parar de compararse en cada faceta de su vida con los demás.

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