No son tontos, son caraduras
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Acusar a Sánchez de estar obsesionado por seguir, no en el poder, sino en la poltrona del poder, que es matiz distinto, tiene su retranca cínica, pues, uno pensaría que la obsesión de Feijóo no es hacerse con ese poder, sino aspirar a regentar una sucursal de correos en Betanzos o la abadía de un convento. Se da a entender que la aspiración de Sánchez es inmoral y la de Feijóo más impoluta que una hostia de comulgar, y, por tanto, bendecida por todos los sacramentos de la democracia